www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 2/2
 
Otras voces necesarias
Las revistas católicas: ¿Un oasis en el país del pensamiento único y la censura?
por ORIOL PUERTAS, La Habana
 

Haciendo un rápido balance de sus contenidos, estas publicaciones han tratado de no restringir el campo temático a los intereses de la política editorial puramente eclesial, sino que han sabido diversificar sus indagaciones y llegan a explorar rasgos de la sociedad, la cultura, el pensamiento, la historia local y universal, la filosofía y las artes en general, con enfoques que saben distanciarse de lo habitual y pedestre aparecido en los medios estatales.

El cardenal Ortega opina sobre la libertad de expresión:
"Aprendizaje difícil el de la posibilidad de expresarse sin hacer de ella (de la revista) un arma de combate, un alarido hiriente, ni un recuento amargo de lo que se ha callado por mucho tiempo. Ser fieles a la verdad sin pretender que todos acepten que esa verdad es plena, sin ser intolerantemente verídicos, o sin hablar concluyentemente desde una cima de verdades infalibles (…) ése es uno de los más difíciles ejercicios en el necesario aprendizaje de una expresión libre y responsable del pensamiento".
"De las dudas confrontadas de algunos puede surgir la seguridad de muchos. Ahora bien, el medio de confrontar lo dudoso es la expresión libre del pensamiento (…) De este modo cada persona, gozando de libertad de expresión, capacidad de iniciativa y de propuesta en el seno de la sociedad civil… podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común".
(Durante la entrega del Premio de la Unión Católica Internacional de Prensa a Palabra Nueva, París, 1998)

Dos de estas revistas quizás sean las más conocidas dentro y fuera de Cuba: Vitral (Diócesis de Pinar del Río) y Palabra Nueva (Arquidiócesis de La Habana). Han sido las de periodicidad más sostenida y las de mayor calidad visual y textual. Pero existen otras que no andan muy rezagadas en su quehacer, entre las cuales resaltan Amanecer(Diócesis de Santa Clara), Imago (Diócesis de Ciego de Ávila), Verdad y Esperanza y Vivarium (La Habana), e Iglesia en Marcha y Claras Luces (Arquidiócesis de Santiago de Cuba), entre otras. Y hasta existe una dedicada exclusivamente al cine y los audiovisuales, adscrita a la antigua Oficina Católica Internacional de Cine (OCIC).

Discrepancias… y diversidad

Se puede discrepar del enfoque de algunos trabajos, sobre todo de aquellos que expresan o se ciñen de alguna forma a polémicas posiciones oficiales de la Iglesia frente a candentes debates de actualidad, como la eutanasia, el aborto y la homosexualidad. Algunos también consideran que por lo general estas revistas son todavía muy tibias en materia de política, rehuyen la confrontación y sus críticas no van más allá de la superficie de ciertos temas que aquejan a la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta el perenne estado de guerra que mantiene el régimen contra toda articulación de un pensamiento divergente.

Tengan o no razón sus críticos, nadie podrá negar que existe diversidad en estas páginas. Es precisamente en estas publicaciones donde se viene desarrollando, con mayor asiduidad y en un territorio muy próximo al de la sociedad civil fortalecida que queremos para mañana, un criterio al margen de lo estatal y de las viciadas tendencias del periodismo oficialista.

Se rescatan del miserable olvido figuras y hechos esenciales de la historia de Cuba que los manuales escolares revolucionarios dejaron en la cuneta. Se analizan con mayor o menor acierto problemáticas sociales de reciente data, como la arbitraria imposición del peso convertible en tanto moneda única de cambio y compraventa. Todo sin perder el sentido y el carácter de su existencia, aquello que les da vida y alienta su circulación: ser voceras de la labor de la Iglesia.

Con sus diferencias en cuanto a perfiles y estilos de trabajo, son estas revistas magníficos vehículos para la libertad de expresión, justo cuando más requiere nuestro presente de visiones plurales, contrapuestas y ceñidas a la verdad, lejos del maniqueísmo castrista y su esclerótica política informativa y cultural. Con ellas hay que contar hoy y habrá que contar mañana para edificar el país que queremos.

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