www.cubaencuentro.com Miércoles, 28 de mayo de 2003

 
 
 
Celebración de una trayectoria artística
El Lowe Art Museum acoge una retrospectiva de Cundo Bermúdez, uno de los creadores vivos más importantes de nuestra plástica.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami
 

Adelantándose a sus noventa años, a los que arribará en septiembre de 2004, el Lowe Art Museum, de la Universidad de Miami (1301 Stanford Drive, Coral Gables), acoge hasta el 1 de junio Cundo Bermúdez: A Life of Art, una amplia retrospectiva de quien es considerado uno de los artistas vivos más importantes de la plástica cubana.

El billar
El billar (Cundo Bermúdez).

Cincuenta obras, entre óleos en lienzo y acuarelas en papel, integran esta estupenda muestra, cuyos curadores son Mario Amiguet y Teresa Callava Zaitsev. La pieza más antigua que allí se puede ver es Dos hermanas, fechada en 1940. Su creador, no obstante, había comenzado a pintar varios años antes. Asimismo, en 1937 había expuesto, junto a Carmencita Herrera, Arturo Robinson, Pedro P. Mantilla y Elio Armenteros, en los árboles del habanero Parque Albear, como protesta por la ausencia de galerías. Participó después en otras cinco muestras colectivas, a las cuales se sumó, en 1944, su primera personal, en el Lyceum. Ese mismo año nueve cuadros suyos viajan al Museum of Modern Art, dentro de la exposición Cuban Painting, lo cual marca el comienzo de la carrera internacional de Cundo Bermúdez. El prestigioso museo neoyorquino adquiere además dos de ellos, El balcón y La barbería (ambos fueron prestados para la retrospectiva que presenta el Lowe y están considerados hoy entre sus grandes obras), y su director, Alfred H. Barr, elogia su obra, calificándola de "humorísticamente arcaica, pero vigorosa y original con sus armonías de color metálico".

A propósito de los trabajos suyos que se exhibieron en el MOMA, un crítico norteamericano comentó que Cundo Bermúdez "le prende fuego a los apacibles interiores cubanos". Con ello estaba llamando la atención sobre uno de los motivos característicos que conforman la gramática propia del artista, quien en esos años recreó con un barroquismo modernista los espacios interiores de la Isla. Vitrales, mediopuntos, persianas y balcones enrejados aparecen de modo recurrente en las piezas de esta etapa, que además se distinguen por la placidez de las situaciones (pienso, por ejemplo, en Mujer peinando a su amante, Romeo y Julieta, Los jimaguas o Música en la barbería), así como por la visión ingenua y un tanto primitiva de la realidad cotidiana. Por otra parte, los interiores de Bermúdez suelen estar bien localizados, a diferencia de los de una pintora contemporánea suya, Amelia Peláez, quien toma elementos como las sillas de mimbre, las rejas, las columnas y los ventanales de colores, y los lleva al lienzo sin ubicarlos en ningún rincón de la casa.

Otro elemento significativo en esos cuadros es la presencia de la figura humana, cuya representación denota la influencia de la pintura mexicana (Bermúdez ha expresado su admiración por la obra de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, que conoció durante su estancia en ese país a fines de la década de los treinta). Monje rojo, Saltimbanquis después de la función, Cuatro mujeres en azul y los retratos de Heriberto Leret, María Luisa Gómez Mena y Conchita Barreto de Orlando, son buenas muestras de esa estirpe de trovadores, arlequines, juglares y músicos que pueblan su pintura. A partir de ese motivo, Bermúdez iniciará un proceso de refinamiento conceptual que lo lleva a trascender la ingenuidad de sus piezas anteriores. Los seres humanos adquieren un hieratismo y una serenidad en la mirada que parecen inmovilizarlos, aunque, como señala Carlos M. Luis, no se trata exactamente de esto: "el juego entre forma y color establece otras reglas donde sus figuras nos dan la mano como invitándonos a sumarnos a las mismas, con gestos siempre elegantes y obsequiosos".

Asimismo, la recreación de la realidad cotidiana es ahora más poética e imaginativa, e incorpora un suave toque surreal que hace recordar a Magritte. Bermúdez demuestra además un marcado gusto por los colores puros, con lo cual su pintura adquiere una riqueza y un atractivo nuevos. Síntesis, diafanidad y fineza son notas distintivas de esta etapa de su trayectoria artística, ilustrada en la exposición del Lowe a través de cuadros como La familia del marino, El último sobreviviente del Trío Yaguajareno, Homenaje a Seurat, En el jardín y Victorino el Saltarín, esta última realizada este mismo año.

Al referirse a la obra plástica del creador de La barbería, Armando Álvarez Bravo expresó que "es una pintura que se ha ido decantando a sí misma hasta quedar en una esencia en que hay tanto hieratismo, elegante estilización, regusto por el uso del color y un indudable potencial decorativo a partir de la abstracción del tema abordado". Cundo Bermúdez: A Life of Art es un merecido homenaje a los sesenta y seis años de la trayectoria de uno de los nombres propios de la pintura cubana.

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