www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
  Parte 1/2
 
'Prefiero los puentes, no los muros'
Manolín, El Médico de la Salsa, arrebata a la comunidad cubana en España y pronostica que más temprano que tarde estará cantando nuevamente en la Isla.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

En plena efervescencia de la música bailable cubana, en los años noventa, con cinco o seis agrupaciones de primer nivel de popularidad arrasando en los hit parade de la radio nacional, muchos llegaron a poner en duda la pertinencia de seguir llamando a Manuel González por el mote artístico de El Médico de Salsa. La opinión generalizada es que debía renombrársele "El forense de la salsa", porque sencillamente, "había enterrado a todo el mundo".

Manolin
Cantante y compositor Manolín (Timba.com).

Así andaban las cosas en el panorama musical de la Isla. Sin embargo, no tardó mucho para que todo se desmoronara ante la cruzada que inició el gobierno cubano contra la salsa, y en particular, contra ese baile de incontrolables movimientos pélvicos conocido como "despelote", que tenía loca a media Isla.

En sus frecuentes viajes entre Cuba y Miami, Manolín cambió mucho. Su canción El Puente y sus declaraciones "fraternales" sobre el exilio y la Isla le condujeron a la prohibición de toda actuación pública o emisión radiofónica. Sin otro camino que el exilio, tomó definitivamente a Miami como base de operaciones y desde allí prosigue con la timba, alegrando la vida de muchos cubanos por el mundo.

A su paso por España, donde ofreció espectaculares conciertos en Madrid, Barcelona y Valencia, El Médico de la Salsa habló con Encuentro en la Red.

¿A qué se refiere cuando pide cordura en sus actuaciones en directo?

Es una ironía, porque en realidad quiero que la gente se desarme en los conciertos. Pero utilizo esa palabra sobre todo en El Puente,donde digo: "pido la paz…, pido una tregua, pido cordura, que haya entendimiento… voy a hacer un puente, un puente de mangas largas, pa' que la gente de La Habana venga, pa' que la gente de Miami vaya". Eso es lo que hace falta: hacer puentes y no muros.

¿Es raro que después de que le hayan tratado tan mal en los últimos tiempos siga apostando por el entendimiento?

Tengo una vocación papal, tengo una vocación religiosa… Pero dejando a un lado el chiste, yo perdono hasta a mis enemigos. Aunque quiera, no puedo ser de otra forma. No sé de odios, no sé de rencores. Pienso que la gente que hace cosas malas, las hace por bruta, no por mala.

¿No le duele que su música esté prohibida en Cuba?

Al principio me preocupaba, ahora no. Dice mi mamá que me oyen como si estuviera allí. Todo el mundo me pone en las fiestas, hasta en las de los CDR, y dicen: "Avísame si viene la policía para quitarlo". Es que con la música no se puede, es una locura.

Pudiera considerarse que fue una osadía de su parte componer y cantar El Puente viviendo aún en Cuba…

Me siento muy orgulloso de eso. No hay como sentirse bien con uno mismo, dormir bien y hacer lo que uno quiere. Ser auténtico tiene sus riesgos, pero prefiero correrlos antes que dar vueltas en la cama y no dormir. No tengo nada de que arrepentirme. Ahora soy ciudadano del mundo.

Hay una canción que dice: "Aquí me ves, cantando por el mundo/ de Roma a Madrid, de París a Nueva York/ te juro que estoy contento…/ todo está bien mi hermana, todo está bien, cómo no, pero me falta La Habana y a La Habana le falto yo". Digo La Habana porque es la capital, pero hablo de todos los cubanos a los que les hace falta Cuba, y hablo también de la Cuba a la que le hace falta toda su gente.

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