www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
   
 
Vamos de feria
Ante el bipolarismo de la política cultural castrista, ¿cuál es la estrategia más adecuada, la de Berlín o la de Patricia Gutiérrez-Menoyo?
por MANUEL DíAZ MARTíNEZ, Canarias
 

La XIII Feria del Libro de La Habana ha cerrado sus puertas dejando un eco de conflictos. La Feria se ha visto afectada este año por incidentes que muestran el doble rasero que emplea el gobierno cubano en sus apreciaciones políticas, así como el calado de la crisis que atraviesan sus relaciones con la Unión Europea.

Feria del libro
Feria del Libro: Escritor Ramón Fajardo, actriz María de los Ángeles Santana y editora Patricia Gutiérrez-Menoyo (de izq. a dcha.).

En lo que respecta a esto último, la Feria estuvo marcada por la negativa de Alemania a participar en ella como país invitado. Berlín se acogió a una de las sanciones diplomáticas impuestas por la Unión Europea (EU) al régimen de Castro por la brutal represión que éste desató contra la disidencia en marzo de 2003. Aunque la decisión del gobierno de Alemania fue sólo un gesto político y no impidió que a la Feria asistieran libremente decenas de editoriales e intelectuales de ese país, el gobierno cubano no ha tenido reparo en acusar a las autoridades germanas y a la UE de imponer, "en contubernio con Estados Unidos, un bloqueo cultural a Cuba". Y esta acusación la hace el mismo gobierno que impide salir del país o entrar en él a los escritores y artistas cubanos que no le son políticamente gratos.

Precisamente, la reincidencia en esta práctica discriminatoria, que viola una de las libertades fundamentales expuestas en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre —de la que Cuba es signataria—, ha sido la causa del otro conflicto relacionado con la XIII Feria del Libro de La Habana. En esta ocasión, el gobierno de Castro negó la entrada al país al narrador y periodista cubano Luis Manuel García, residente en España, quien pretendía cometer el delito antipatriótico de asistir a la presentación de su libro de cuentos El éxito del tigre, publicado por una de las editoriales (Plaza Mayor) presentes en la Feria.

A Luis Manuel García se le negó la entrada a su país por ser jefe de redacción de la revista Encuentro. Y esto lo ha hecho el mismo gobierno que está protestando a voz en cuello porque Washington le niega la entrada a Estados Unidos a un grupo de artistas cubanos.

García no es el primer escritor cubano a quien el régimen de Castro impide presentar en la Feria una obra propia publicada por Plaza Mayor, editorial que dirige Patricia Gutiérrez-Menoyo en Puerto Rico y que acude a las Ferias del Libro de La Habana en abierto desafío al bipolarismo aislacionista con que el régimen divide a la nación.

El primero fue Félix Luis Viera, radicado en México, quien vio vetada su novela Un ciervo herido, basada en sus experiencias como reo en los campos de trabajo forzoso creados por el gobierno revolucionario en los años sesenta.

Romper ese anacrónico bipolarismo, residuo de la guerra fría perversamente cultivado y trasplantado por Castro a la política nacional, y contribuir a que el cubano de adentro conozca realidades que le oculta su gobierno y se relacione con el resto del mundo, es arrebatarle a la autocracia castrista los instrumentos más útiles que ahora mismo posee para mantener su inmovilidad y así evitar su colapso definitivo: la división y el aislamiento del pueblo que sojuzga.

Alemania debió acudir a la Feria, con lo cual habría mostrado directamente a los cubanos la riqueza plural de su cultura democrática y habría evitado que su ausencia fuese aprovechada por el régimen castrista para elevar al cielo nuevas quejas de víctima inocente. Acudir a la Feria del Libro de La Habana, si a ella se va para romper muros, no es precisamente espesarle el caldo a la dictadura.

Termino protestando, con Patricia Gutiérrez-Menoyo, por el veto a Luis Manuel García y lamentando, con ella, "nuestra reciente y dolorosa fragmentación como país".

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