Una edición más, la octava, de la denominada Feria Internacional Cubadisco 2004 fue inaugurada el pasado domingo 23 de mayo en el teatro habanero Karl Marx. El evento cuenta en su agenda con numerosas actividades, desde grandes conciertos con participación extranjera hasta encuentros teóricos, y este año extendió su programación a toda la isla con El son más largo del mundo, otro intento por estampar una innecesaria marca en el Libro Guinness de récords.

Gran Premio de Cubadisco: la olvidada Teresita García Caturla.

Uno de los momentos más altos del evento resulta la premiación por categorías en el Concurso Cubadisco, en el cual toman parte, previa nominación por un jurado, varias de las más recientes producciones discográficas cubanas —de casas disqueras estatales radicadas en la Isla, claro está— o de escasos sellos foráneos en los que tomen parte artistas del patio, como es el caso de Lusáfrica.

La llamada "fiesta del disco cubano" surgió en 1997. Según apuntan sus gestores, la iniciativa pudo concretarse gracias a que, para esa fecha, se había diversificado la producción disquera en el país, pues ya la supremacía en ese terreno no pertenecía exclusivamente a la EGREM (siglas de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, adscrita al Ministerio de Cultura cubano). Se habían sumado otras hasta completar hoy, a duras penas, la cifra de seis, si nos fijamos en la lista de nominaciones: Bis Music, Unicornio, Producciones Colibrí, Oficina del Historiador de La Habana y Ahí Namá Music, además de EGREM.

La otra cara

A simple vista, para el lector medianamente informado, la realización del Cubadisco entraña más de un logro. Primero, contribuye a proyectar mejor la difusión a escala inmediata de la música generada en el país. Al acoger a más de una disquera, es cierto que aporta cierta pluralidad en materia de promoción del ya de por sí complejo y muy rico ambiente musical cubano. Todo esto se comprenderá mejor si se tienen en cuenta las crasas limitaciones que durante décadas padeció el paupérrimo mundo del disco cubano, constreñido a la Isla y desconectado de cualquier política promocional que en la arena internacional diera movilidad a las propuestas artísticas locales.

Su papel, por poner dos casos, dentro del relanzamiento de algunos géneros, como el pop, y la aparición de otros nuevos, como el hip hop y el rap, es significativo en tanto respaldó y dio cauce a nuevos proyectos y voces que luego han triunfado fuera de nuestras fronteras. No se puede decir lo mismo del rock. Las numerosas bandas que (mal) existen hoy continúan sin acceso a los medios ni a disqueras, lo cual contribuye sobremanera a extender el cliché de que es la zona menos interesante de la escena musical cubana en la actualidad.

Para colmo, a pesar de no figurar una sola de esas bandas entre los nominados a los Premios —excluyendo al grupo Síntesis, que presentó su trilogía Ancestros y resultó galardonada—, el género fue encasillado en una misma categoría junto con la trova y el pop/rock. Nada menos.