Qué pena me dan los escribanos sin sentido del humor, los pedantes que creen saberlo todo, los sabuesos a sueldo que rastrean en el pasado, a la caza de una página indiscreta, un sueño de juventud, una esperanza comprometedora.Pena ajena, para ser preciso. Ante estos casos nunca sé si reír o llorar, lo cual es cuando menos una situación embarazosa —mucho más si se mete la pata en público.

Raúl Rivero, en la Casa América de Madrid. (WENCESLAO CRUZ)

No es delito ser una papa desabrida, incluso un bulto más pesado que un saco de mandarrias o un compatriota tan intransitable como un "puente roto". Ya lo dijo quien lo dijo: quien nace para tamal, del cielo le caen las hojas. Sin embargo, ser "un chorro de plomo" no implica necesariamente una incapacidad crónica para reconocer la gracia de "otro". No. Se vale reír, aun siendo un ladrillo o un verdugo. Nadie está obligado a ser simpático. Tampoco inteligente. A ver, me explico.

La Jiribilla, como muchos sabemos, es una publicación cibernética que se anuncia a sí misma como la Revista Digital de la Cultura Cubana. Su última entrega, marcada con el número 207 del AÑO III (Semana 23-29 de abril) incluye un expediente político-literario contra el poeta Raúl Rivero (coincidene.e$.infierno.org), a quien los editores sin firma pretenden ridiculizar con un argumento boomerang que, en boca de un revolucionario, llama profundamente la atención: Raúl Rivero es un farsante por la sencilla razón de haber sido revolucionario.

No es la primera vez que los editores de La Jiribilla han orquestado campañas similares, supuestamente documentadas: a Jesús Díaz, por ejemplo, lo quisieron borrar del mapa con un lío de "trapos sucios" colgados en una tendedera supuestamente comprometedora, y rasparon en su pasado hasta encontrar frases o juicios suyos que defendían la revolución, sin mencionar que el propio Jesús jamás negó su compromiso con un proyecto en el que creyó de corazón por mucho tiempo, lo cual le concedía a su posterior desilusión gran valía intelectual, personal. "La novela de Jesús" titularon a aquella sección, donde por cierto invitaban a hablar mal del gran novelista cubano, en un concurso tan bochornoso como gratuito.

Luego enfocaron los cañones contra Rafael Rojas, e inventaron todo un archivo en su contra: "Crónicas Rojas". En este caso, no podían apelar a supuestos "trapos sucios" del pasado (la juventud de Rafael hacía difícil cualquier tarea de difamación pretérita), pero echaron mano a descalificaciones vagas o francamente maliciosas —desde el título de neo-anexionista hasta la acusación de asalariado de la Agencia Central de Inteligencia, por no mencionar delitos tan menores como vendepatria.

El objetivo era idéntico en ambos casos: había que embarrarlos. Ahora le tocó el turno al "mercenario" Raúl Rivero, el poeta excarcelado que ha fijado residencia en España. Como supuesta prueba de su infamia (su traición al poeta Eliseo Diego, a quien al parecer "echa pa'lante"), los torpes y malhumorados "jiribillos" incluyen un texto que Raúl escribió en saludo al sesenta cumpleaños de mi padre: "¿Escribió Eliseo Diego En la Calzada de Jesús del Monte?". Lo dejan caer en el Dossier, como al descuido. Papá se doblaba de la risa al leer "la delación" de su queridísimo amigo. Mejor la cito, tal cual la reproduce ahora La Jiribilla (bajo el colgante "Ganando puntos en la cola del vodka"). La carta, fechada en julio de 1980, está dirigida a Otto Fernández, por entonces director de Unión, órgano de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.