www.cubaencuentro.com Viernes, 13 de mayo de 2005

 
Parte 1/2
 
La trascendencia & la vida cotidiana
En 'Manos de obra', Sigfredo Ariel confirma su madurez como poeta en un libro de una inquieta serenidad.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
 

En 1987, Sigfredo Ariel (Santa Clara, 1962) obtuvo el Premio David con Algunos pocos conocidos. Aquel libro nos puso sobre la pista de una voz poética nueva y original, algo que se fue confirmando con cada uno de sus siguientes títulos. A lo largo de poemarios como Las primeras itálicas (1997), Hotel Central (1998) y Los peces & la vida tropical (2000), su particular modo de expresión se ha ido afinando y enriqueciendo, y en Manos de obra (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2002) lo hallamos instalado en una espléndida madurez. Los cincuenta y un textos que lo integran confirman de tal manera lo que anunciaba en su estreno, que a estas alturas nadie puede confundir su poesía con la de sus contemporáneos.

Manos de obre

Para Ariel, Manos de obra supone un cambio en su escritura. En lugar de buscar una densidad metafórica y lograr una trama de imágenes, que era el camino que seguía en sus libros anteriores, estos textos se acercan más a los registros coloquiales y lo anecdótico. Los escribió en los años que van de fines de la década de los noventa al año 2000, y aunque se apartan un tanto de lo que hasta entonces había publicado, dice sentirse cómodo con ellos. ¿Cierre de una etapa de su labor creativa? ¿Inicio de una nueva? Son interrogaciones para las cuales de momento no puede darse una respuesta taxativa, pues para ello habrá que aguardar a ver el rumbo que toma a partir de ahora su producción poética.

Pero lo que ahora importa realmente es que tenemos su última comparecencia ante los lectores, este Manos de obra que desde sus primeras páginas regala poesía de excelente calidad: "Conocí ciertos oficios/ el insomnio y la lámpara de gas/ la antigua imprenta de El Crisol, el plomo dócil/ removí durante veinte madrugadas/ cayéndome de sueño// conozco el ruido del caballo de vapor/ de la manzana de agua que gotea en uno// viví de los relojes menores/ y al arrimo de una lumbre aparencial/ curé de mis viruelas y del guao// sentía nostalgia de la patria/ viajando por la patria/ esquivé el espolón, no me avergüenza/ he resistido tanto por quedarme aquí".

La presencia de ese sujeto lírico que nos habla en primera persona no significa, como resulta obvio en esos versos, que estamos ante una muestra de la tan llevada como traída poesía de la experiencia. Sigfredo Ariel no pertenece a esa categoría de escritores que trazan de manera reconocible la geografía de sus vivencias, que revela las coordenadas biográficas y cronológicas del sujeto poético. Su concepción de la escritura tiene que ver más con la reedificación de la realidad y el acontecer cotidiano, para descubrir en ambos zonas desconocidas. Lo dijo Gerardo Diego, al expresar que la poesía "es una claridad por la que el mundo mismo es comprendido de un modo intenso y no usual".

1. Inicio
2. El engañoso...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
En su merecido olvido
PABLO DE CUBA SORIA, Miami
Música de ahora
ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona
La generación del silencio (II)
STéPHANIE PANICHELLI, Bruselas
Polemiza, que algo queda (III)
CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
Qué pena, caballeros
ELISEO ALBERTO, México D.F.
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir