www.cubaencuentro.com Viernes, 13 de mayo de 2005

 
  Parte 1/2
 
El Führer regresa en primavera
A propósito del nuevo filme que retrata los últimos días de Hitler: ¿Qué hacen unos intelectuales 'pacifistas' besándole la mano al príncipe de las guerrillas?
por NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Hollywood
 

Hitler está de moda. Downfall (Untergang), el nuevo filme que retrata sus últimos días en el búnker, ha batido récords de taquilla en Alemania, Polonia, Austria y Hungría. El líder del nacionalsocialismo reaparece con perfecto realismo, hablando en el alemán del original: Bruno Ganz lo practicó hasta lograr imprimirle la entonación pavorosa del dialecto austriaco.

DownFall
Fotograma de 'Downfall' (Untergang).

Unas semanas antes el Príncipe Harry de Gales salía de fiesta con una esvástica en la manga, dándole un giro totalmente nuevo al guardarropa de El Principito. Y, ¿quién era realmente El Principito?, me pregunté al verlo. Tuve que responderme: un timorato, soñador y pacifista, que, sin embargo, nunca se quitaba el traje absurdamente militar, con galones y espada al cinto. Sin ir más lejos, ¿no fuimos testigos de la misma retardada incongruencia durante el interminable reinado del otro principito?

Claro que hablo de Michael Jackson, hoy caído en desgracia. El Rey del Pop nos acostumbró a identificar sus baladas antiguerreristas con los modelitos paramilitares: brazaletes, charreteras y condecoraciones para cantarle a la paz. Y un blanqueado quirúrgico y un planchado de pasas contra la discriminación racial.

¿Ilógico? El relativismo de Alicia nos parece inocuo en este país de las pesadillas donde todo es plausible. Recientemente, dos premios Nobel se declaraban favorables a la dictadura cubana, y ¡contrarios a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU! ¿Y por qué —se preguntarán muchos— aparece José Saramago firmando todavía cuantas cartas procuran la absolución de la dictadura, después de haber entregado a la prensa su famoso "hasta aquí he llegado"? (El autor de Ensayo sobre la ceguera parece jugar al juego de "Si vas a la carnicería no me traigas carne ni de aquí, ni de aquí…"). ¿Qué hacen unos intelectuales que en otras circunstancias denunciaron el militarismo, besándole la mano al príncipe de las guerrillas en su eterno uniforme verdeolivo?

Fascinación por el fascismo

Sucede que, créanlo o no, nadie es inmune a la fascinación del fascismo. Los escritores especialmente, se bajan del camello, y gritan: "hasta aquí he llegado", pero vuelven a montarse en la próxima esquina porque el mundo no ofrece otras alternativas de endiosamiento. Por otro lado están los jóvenes, pero toda juventud es fascista: es decir, fanática y necesitada de juntarse en un haz, en un fascio; desesperada por seguir a un líder. Sólo la vejez nos ayuda a individualizarnos, a separarnos del rebaño juvenil; y en el caso de Esquivel, Cardenal y Saramago, ni eso.

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