Agapito Mayor acaba de decirle adiós al diamante de la vida.

Agapito Mayor, 'el Triple Feo'.

Uno de los mejores lanzadores cubanos de todos los tiempos, Mayor, falleció recientemente en su hogar de Tampa, dejando atrás una estela imborrable de recuerdos y emociones que forman parte de la historia de su patria.

Muy próximo a cumplir los 90 años de edad, el inolvidable zurdo del Almendares —a quienes los aficionados llamaban el Triple Feo— cayó víctima de la enfermedad de Alzhaimer, que lo aquejaba en los últimos tiempos.

"Que nadie lo dude, con él se va una gloria de Cuba. Una de las más grandes", expresó Andrés Fleites, quien lo conoció muy bien, porque más que ser su compañero de equipo, era su receptor.

"Agapito se sitúa entre los mejores cuatro zurdos de todas las épocas", afirmó Fleites. "Era un pitcher muy inteligente, de mucho control. Pero su principal arma era la valentía. Como decimos los cubanos, se comportaba guapo hasta el final. Jamás su mano tembló en situación alguna y aquella pelota sí era dura''.

De esos que encajan en una leyenda

Natural de Sagua la Grande —nació el 18 de agosto de 1915—, en la actual provincia de Villa Clara, Mayor comenzó a jugar en el béisbol amateur de la Isla, sobre todo con el equipo del central Hershey, y pronto llamó la atención por su talento natural en los montículos.

En la pelota profesional cubana todavía es recordado por sus tremendas actuaciones para el Almendares desde 1938 a 1953, etapa en que formó un formidable binomio zurdo con Max Lanier. Terminó con balance de 68-64.

"Cada vez que lanzaba, uno sentía que había muchas posibilidades de ganar'', afirmó Fleites. "Él era una persona muy alegre, muy jocosa, pero cuando subía al montículo se transformaba. Era dueño de la situación".

Mientras jugaba en Triple A y se preparaba para saltar a las Grandes Ligas a mediados de los años cuarenta, Mayor se vio tentado —al igual que muchos otros peloteros cubanos de primer nivel— por los hermanos Jorge y Bernardo Pasquel para irse a jugar a México.

Finalmente, aceptó y eso le cerró el camino a la Gran Carpa, pero en la nación azteca tuvo actuaciones destacadas, como cuando ganó 25 juegos en la temporada de 1945 y 20 en la siguiente.

"Los dos nos fuimos a jugar a México, porque los Pasquel pagaban mucho dinero para la época'', recordó Fleites. "Uno no sabía cómo le iba a ir en las Menores y en ese momento México era algo seguro".

Cookie Rojas, el último campeón de bateo en la liga profesional cubana, recordó con mucho agrado la figura de Mayor, quien fuera su manager en el béisbol amateur en uno de los equipos más poderosos de aquella era: el Fortuna.

"Mayor sabía mucho de pelota y era un estratega tremendo", apuntó Rojas, quien tuviera una carrera brillante en Grandes Ligas y que actualmente es comentarista de televisión para los Marlins de la Florida. "Cuando se hable de pitcheo en Cuba, no se puede dejar de mencionar su nombre".

Cuando el béisbol profesional fue erradicado en la Isla, Mayor, Fleites y muchas estrellas de la liga proscrita se radicaron en Estados Unidos y se veían de cuando en cuando en juegos de veteranos.

"Cada vez nos veíamos y nos hacíamos más viejos, pero él como que se iluminaba al hablar de aquella pelota y, sobre todo, de Cuba'', rememoró Fleitas. "Sólo espero que el recuerdo de Agapito pueda más que el tiempo y el olvido. Ojalá que sea así, porque Agapito es de esos que encajan perfectos en una leyenda".