www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de agosto de 2003

 
  Parte 1/2
 
La Habana: El primer asalto y doce años después
por OSWALDO PAYá
 

Eran cerca de las cinco de la tarde, mi esposa hacía el embarazo del menor de nuestros hijos y estaba en la casa de mi madre, pues se sentía mal. Muy cerca de allí, en nuestra casa —en aquel tiempo en Santa Teresa 63, en el Cerro— estaba Dagoberto Capote, a quien correspondía ese día recibir a los ciudadanos que quisieran firmar la petición de referendo dirigida a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Yo estaba en la casa de mi madre preparándome para bañar a mis dos hijos, que entonces tenían tres y dos años, cuando viene Ramón Antúnez y me dice: "están haciendo un acto de repudio en tu casa".

Oswaldo Payá
Líder opositor Oswaldo Payá.

Todo fue muy rápido, una verdadera operación no encubierta de la Seguridad del Estado. Un grupo de personas llevadas en ómnibus hasta mi cuadra, muchos agentes de la Seguridad del Estado y militantes del Partido Comunista; además del jefe del partido en el municipio y delegados del Poder Popular, entre ellos mi vecino inmediato. También estaba la policía "cuidando el orden" y se llevó a Dagoberto, "para protegerlo", hasta el centro del Ministerio del Interior donde estaba el puesto de mando de esta heroica operación de los órganos de la Seguridad del Estado, disfrazados de "pueblo indignado". En agosto de 1991, Antúnez y yo presentamos una acusación ante la fiscalía con todos los nombres de los autores del asalto, tengo la copia. Nunca nos respondieron.

La turba entró en la casa, tiraron al suelo el busto de José Martí y la bandera cubana. Entraron a los cuartos, perdón al cuarto, la casa es muy pequeña; rompieron muebles y regaron nuestras pertenencias por el piso. Después comenzaron a pintar con pintura negra toda la fachada con letreros: "Payá gusano", "agente de la CIA".

De manera que quedó poca área sin que no tuviera una ofensa. Era fácil, porque el ancho de esa casa es de poco más de cuatro metros, incluyendo la puerta que no escapó de la pintada. Allí estuvieron esos letreros ofensivos durante ocho años y también un dispositivo de la Seguridad del Estado vigilando y acosando a muchos de los que osaban acercarse a mi casa. Yo tampoco quise quitar los letreros, hasta que me mudé a otra casa muy cerca. Por cierto, también en esta casa me han arrojado pintura y han puesto letreros, pero con papeles engomados. Se van modernizando los agentes.

Hay rumores de que uno de los que pintó mi casa con más agresividad en 1991, ahora está en el extranjero, es "un exiliado", no sé si en Miami. Quizás para mantener la misma posición que en Cuba, ahora se oponga al Proyecto Varela y siga siendo héroe, pero fuera de Cuba y paradójicamente con el mismo tema. Por mi parte, lo perdono.

Se robaron todas las firmas que encontraron, cientos de hojas con los datos de los ciudadanos que hasta ese momento habían firmado la petición. Sucedió el 11 de julio del año 1991.

No era el Proyecto Varela, ya que este lo redacté en 1996. Era una propuesta de "diálogo nacional" donde participarían todos los cubanos. Abrí mi casa para que las personas fueran a firmar allí voluntariamente. Al igual que ahora, algunos con muchos recursos nos atacaron y ofendieron desde el exterior, hicieron decenas de programas radiales. Algunos dentro de Cuba se sumaron a esa campaña contra nuestro esfuerzo. Al igual que ahora, antes y después del asalto.

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