www.cubaencuentro.com Martes, 25 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Barcelona: Fuentes
La Ciudad Condal respira por el rumor de sus fuentes; en La Habana, la mayoría no tiene agua: están áridas, marchitas y sedientas.
por MANUEL PEREIRA
 

Barcelona es la Ciudad de las Fuentes. Las hay monumentales —en Plaza de Cataluña, en Montjuïc, en el Parque de la Ciudadela— y también más modestas, como la de la Plaza Real con sus Tres Gracias entre farolas de Gaudí, o la de la plazuela de Sant Felip de Neri. Las hay arcaicas, como la que rumorea en el patio del Archivo Histórico, o la pila musgosa del Claustro de las Ocas, en la Catedral, sin olvidar las emblemáticas: la de la Dama del Paraguas o la mítica Fuente de Canaletas, donde empiezan las Ramblas.

Plaza de Cataluña
Barcelona: Plaza de Cataluña.

Y luego están las fuentes historiadas, con murales de cerámica, como la de Portaferrissa y la del Portal de l'Ángel. Pero entre todas yo prefiero las menos famosas, como la serie firmada por Campeny, cuyos protagonistas son niños.

En la confluencia de Ronda de la Universidad con Pelayo, un niño de pícara sonrisa nos abre el grifo. Su mano de bronce está bruñida por el manoseo de la gente. En la Plaza de Urquinaona ese niño reaparece bebiendo al pico de un botijo, barnizado con una pátina de antigüedad color verde pompeyano. Bajando por Diagonal, en la esquina de Córcega, nos espera la Font de la Granota, donde otro niño aprieta con las manos a una rana de cuya boca brota el chorrito.

Luego viene otra, en la intersección con Rosselló, coronada por un penacho de piña. Más adelante, en el cruce con Provença, hay una pareja de niños broncíneos: ella le lava la cara a él con una esponja. Al llegar a Mallorca, pasamos de lo bucólico a lo pagano con el joven Baco que exhibe su hoja de parra.

De noche, el rumor de todas estas fuentes configura la respiración más secreta de Barcelona. Una ciudad sin fuentes públicas es una ciudad sin pneuma, un territorio sin música interior. Durante más de diez años he recorrido una por una todas las fuentes de la Ciudad Condal siempre pensando en las de mi ciudad natal, tan áridas, marchitas y sedientas.

Las fuentes habaneras

Hace mucho tiempo que la mayoría de las fuentes habaneras no tiene agua. Donde mejor se detecta esa escasez es en la calle Monserrate. Una ironía del destino se ha ensañado con la fuente de Albear, frente al Floridita. Recuerdo haber visto muchas veces sin agua la fuente del ingeniero que en el siglo XIX construyó el acueducto de La Habana.

La Habana
La Habana: Fuente de Albear.

A pocos pasos de allí, otra ironía de la historia se ha encarnizado con la fuente de Supervielle, al lado del edificio Bacardí. Manuel Fernández Supervielle fue un alcalde que se suicidó (¿a finales de la década del cuarenta?) porque no pudo abastecer de agua a la ciudad. Su consigna era: "¡Agua para los habaneros!". Si la honradez de este alcalde hubiera sido imitada por los gobernantes que vinieron después de él, ¡cuántos suicidas no habría en nuestra historia?

La falta de agua en La Habana no empezó con la revolución, pero sí se agravó con ella, a pesar de que el país contó durante tres décadas con la ayuda multimillonaria de la URSS y los países del CAME. Pero las fuentes no figuraban entre las prioridades. De niño recuerdo que la fuente ovalada del Parque Zayas (entre el Palacio Presidencial y el Museo de Bellas Artes) tampoco tenía agua. Siempre estaba llena de gatos. Pero en vez de abastecerla de agua, se prefirió emprender una inversión mucho más costosa.

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