www.cubaencuentro.com Lunes, 28 de marzo de 2005

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Juicios, condenas, prisión...
24 meses de agonía: La mayoría de los opositores permanecen tras las rejas en lugares distantes de sus hogares, sólo 14 han sido excarcelados bajo licencia extrapenal.
por MIRIAM LEIVA
 

Pálido, demacrado, con la mirada desorientada, grandes ojeras, increíblemente flaco en poco tiempo, casi mudo, lo traen al cuartico donde permanece un oficial interrogador del cuartel general de la policía política durante la visita de media hora.

D. Blanco
Damas de Blanco: una voz para los presos políticos.

Poco a poco empieza a preguntar por "la Vieja", esa madre fuerte o enferma de setenta, ochenta o noventa años; por los niños, por todos los seres queridos.

Ella quiere saber cómo lo tratan y quiénes están en la celda. Él no se atreve a contar nada, no tanto debido al oficial presente, los micrófonos y el vídeo, sino para no darle más preocupaciones a la familia. Sufre más por ellos que por él mismo.

Por fin, de una visita a otra ella conoce que está con dos presos comunes, la celda es pequeñísima, no tiene agua, el hueco en el suelo que sirve como inodoro está tupido, no recogen los desperdicios, no tiene agua potable, no ha podido dormir en varios días. ¡Claro, los interrogatorios duran varias horas y se repiten cada cortos intervalos! Al oficial no le gusta algo que ellos dicen y suspende la visita.

A la tercera semana, el hombre ecuánime y reservado entra al cuartico de visita con rasgos de un demente; se precipita hacia ella y, al tiempo que le entrega unos papeles, le dice: "¡Me piden 20 años!". A su edad equivale a cadena perpetua. Con sus enfermedades, representa pena de muerte.

Sí, salió de su hogar ya sentenciado… nadie podría cambiar el dictamen. Se quería dar un escarmiento: que los 11 millones de cubanos sintieran miedo. Debían continuar siendo dóciles, repetir consignas, asistir a los actos y manifestaciones, delatar a sus vecinos, amigos y parientes. ¡A quien no le guste, que se marche del país…!

El Fiscal se reunió con él la noche anterior. No lo habían insultado tanto en su vida. Tantas mentiras contenidas en un papel lo vejaban. Le dijo que el juicio sería muy pronto… pero no sabía la fecha; que le pondrían un abogado de oficio. ¡No! ƒl quería alguien que lo representara bien, alguien conocido. Pero… ¿quién? Ella debía encontrarlo.

Dos días después lo juzgaron. Él supo del juicio cuando llegó al Tribunal. Ella se enteró el día antes, a través de alguien que le avisó sobre los comentarios acerca del juicio. Corrió a un bufete para procurar un abogado. Algo muy difícil, pues la mayoría de ellos no deseaba involucrarse y otros ya eran asediados por familiares exactamente con igual desesperación.

Él pudo hablar con el letrado cinco minutos antes de iniciarse el juicio. Le preguntó si dictarían pena de muerte, porque eso se murmuraba. Su representante sólo contó con unas horas para leerse el grueso expediente y preparar la defensa.

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