www.cubaencuentro.com Lunes, 28 de marzo de 2005

 
  Parte 1/3
 
Madrid: De los respiraderos y las ausencias
por SANTIAGO MéNDEZ ALPíZAR
 

En los años 1996-1997 coincidimos en Madrid un "significativo" número de artistas llegados en su mayoría directamente de Cuba. Fueron años prolíficos, en cuanto a artistas "quedaos" se refiere. Los "garitos" de Malasaña (en especial) y la zona centro de la capital, en general, vinieron a reemplazar los otrora "poco felices" establecimientos habaneros.

Salón
Café La Palma (Madrid), en la actualidad.

Pero con muchísimas diferencias entre unos y otros. Diferencias que nos hacían, tal vez, valorar lo perdido que se puede vivir en una Isla paradisíaca en el Caribe… por culpa del bloqueo, claro… y de los vietnamitas…

En mi caso particular, imagino que hay más de una historia, viví intensamente el cambio de un gobierno a otro. Salían los socialistas y llegaban los del Partido Popular (PP).

Algo asombroso para un hombre de 26 años, que tenía entre sus referencias reales un cambio de régimen en su país en el año 1959.

Sin contar que los partidos en disputa eran dos desconocidos para mí. Si, porque esto también definitivamente es otro socialismo. Con otros peligros y otras maneras. Por lo menos, este, es discutible.

De los muchos sitios en los que "armonizábamos" con la sabrosura indiferente del que llega, había uno entre todos: el Café La Palma. Una antigua tahona devenida Café-Concert.

La vez que llegué, colgaban de sus paredes unas telas que había visto pintar en la Habana a J. L. Moya.

Se trataba de una serie sobre las comidas de los orishas y fue el "pillo" de Vicente, socio mayoritario, quien me explicara cómo se hizo con ellas. También fue él mismo quien me diera la bienvenida. Luego le pesaría…

Era en aquel entonces un Café en proyección que tenía más pinta de casa derruida, que de cualquier otra cosa. Pero, poco a poco y con el esfuerzo de muchos, el Café cambiaba su cara y su ambiente.

Mis inaugurales discusiones, siempre "por cuenta de Sandokan", en España las tendría allí. De estas surgieron amistades y enemigos que a día de hoy conservo con entusiasmo. Quiero (si me permiten) antes hablar de algunos que ya no están.

José María Álvarez, el Chema, fue de los primeros con quien cruzar insultos y botellas de vino.

La obra de este artista andaluz es prácticamente desconocida. Por razones de mercado y/o por una injusta visión de los que lo "engrasan", el Chema sobrevivía dando unas cuantas clases semanales y poco más. Fue él quien hizo las banquetas de la barra del Café y la escultura que aún cuelga (gladiador al fin) en la derecha del "tubo" o sala de conciertos. Lástima que la tengan tan descuidada y travestida.

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