www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/4
 
Dos conflictos, dos dictaduras
El escritor y periodista bilbaíno Germán Yanke estima que los gobiernos cubano y vasco comparten una línea común de pensamiento dirigida a la supremacía del Estado sobre el individuo.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Aunque el Partido Nacionalista Vasco (PNV, en el poder) es de derecha, ha mantenido una rara sintonía con el régimen cubano, que presume de ser de izquierda. ¿A qué se debe ese acercamiento?

En el País Vasco ha habido ya una tradición, en algunos momentos concretos, de colaboración de los nacionalistas con los comunistas. Incluso, en su nacimiento, el Partido Comunista del País Vasco recibió la ayuda y los medios necesarios para hacer un periódico. ¿Por qué? Porque un partido comunista nacionalista lo que pretendía era romper España y necesitaba apoyo. Los comunistas pensaron que la única forma de destruir el Estado burgués o liberal era destruyendo el propio Estado.

Ibarretxe y Castro
Ibarretxe, Castro. La Habana, abril de 2002.

Ahora ocurre igual. En primer lugar, el PNV y el gobierno vasco están aislados en el aspecto internacional, cada vez en mayor medida. Sobre todo, en los ámbitos de la lucha contra el terrorismo internacional, se ha visto la connivencia del gobierno vasco con ETA. Ahora, encuentran por un lado que Cuba sigue manteniendo respaldo internacional y que, además, desde el punto de vista de la ortodoxia cubana, a Castro le interesa apoyar a todos aquellos que destruyan lo que él considera "fundamentos del Estado burgués o liberal".

La participación de Izquierda Unida (IU, coalición que agrupa a los comunistas españoles) en el gobierno vasco va en ese sentido. Asistimos al esperpento moral de que Javier Madrazo (IU), consejero del gobierno vasco, nos diga —en la Europa de la Unión Europea y del siglo XXI— que su referente es Cuba. Siempre planteándolo desde el punto de vista de la asistencia social, la sanidad y otras cuestiones: esa visión de una Cuba que realmente no existe y que no es la que padecen los cubanos.

En segundo lugar, al gobierno vasco —ya en una desesperación de aislamiento internacional— le interesa mantener relaciones con un país que se las presta, con el que hace negocios.

Por otra parte, el gobierno vasco está cada vez más atado por ETA y sus organizaciones paralelas. Para que ese 50% sea un 50% unido, necesita a ETA y a Batasuna. Por eso yo creo que nunca ha querido destruir a ETA, sino sumarla a sus fuerzas.

Además, parece evidente —al menos los expertos en el tema lo señalan así— una connivencia de Castro con ETA. No solamente con la presencia de etarras allí, sino con la exportación de su estrategia terrorista a otros lugares.

Sin embargo, Castro ha dicho en varias ocasiones que la presencia de etarras en Cuba se debe a una "petición" del entonces presidente del Gobierno español Felipe González…

Es verdad que lo ha dicho y, que sepamos, Felipe González no lo ha desmentido, al menos públicamente. Pero una cosa es colocar a unos etarras, en un momento de lucha contra el terrorismo, fuera de las fronteras con la condición de que cesen en sus actividades, y otra es que se hayan convertido en una especie de grupo de apoyo que participa en actividades relacionadas con el régimen y que vigila a los demás. Otros sirven de apoyo a la colaboración de ETA con otros grupos terroristas.

La prueba es que Felipe González los manda allí como apestados, por decirlo de alguna forma, pero el régimen de Castro no los trata en absoluto así. Viven muy bien, colaboran.

Y luego, también hay una cuestión que siempre han denunciado los expertos en la lucha antiterrorista, que aunque no tengo las pruebas, sí tengo las sospechas y no estaría mal investigarlo: la existencia de un campo de entrenamiento en las cercanías de Matanzas, o que por lo menos existió allí.

¿Cree usted que el fin de ETA está ahora más cerca?

Sí. Lo que ha pasado en los últimos años ha demostrado que se puede luchar contra un grupo terrorista desde la legalidad, no como se había hecho antes. Ahora se va viendo que ETA ya no es lo que era, está mucho más agobiada porque también la presión internacional es mucho mayor; se sienten débiles, tienen que pensarse cada acción que hacen.

Tenemos, además, la experiencia de que cuando se han adoptado medidas jurídicas para que los grupos de apoyo a ETA —que al fin y al cabo eran la misma ETA con otros nombres como Batasuna, etc.— fueran ilegalizados, no se ha producido la explosión social que algunos temían, sino que las cosas se han tomado con naturalidad.

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