En tiempos de globalización económica y política, supresión de fronteras nacionales y liberalización del comercio mundial, ¿cómo se articulan tales aspiraciones independentistas?
Cuando se habla de globalización, se habla de un espacio judicial único europeo. Incluso, se está planteando potenciar el Tribunal Penal Internacional. Entonces, por ejemplo, la pretensión de que la justicia sea exclusivamente vasca y con jueces nombrados por el gobierno vasco, pues parece, desde el punto de vista de los derechos, un contrasentido. Pero desde el punto de vista de la realidad del mundo, es un absurdo.
¿La independencia acarrearía consecuencias positivas o negativas para la economía vasca?
Está demostrado por analistas y expertos que las consecuencias serían nefastas. La mayor parte del comercio del País Vasco es con España y tendría que estar sometido a aranceles. Los gastos de mantenimiento de una moneda serían tremendos. Se ha calculado que el paro (desempleo) podría llegar a más del 30%. Se afectaría el 84% de las exportaciones.
Las grandes empresas que tienen sede social en Bilbao han dicho que, en caso de una secesión, sus sedes dejarían de estar en el País Vasco. Actualmente estas empresas pagan allí sus impuestos, como el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y la eléctrica Iberdrola, grandes compañías internacionales.
Por último, ¿puede decirse que la sociedad española entiende hoy mejor la tragedia cubana?
Yo creo que poco a poco sí. Lo que pasa es que tengo una impresión, respecto al tema de Cuba, parecida a la del País Vasco, en cuanto a la reacción de las sociedades. En el País Vasco hemos vivido una agresión totalitaria distinta, porque se produce en un Estado de derecho y en la UE. Eso implica para todos determinadas garantías que los ciudadanos en Cuba no tienen, pero también es una agresión de ese tipo.
Creo que hay una resistencia a decir claramente las cosas y ponemos barreras mentales para reconocer tal y como son las cosas. Cuando uno reconoce cómo son realmente, está necesariamente impelido a la acción, a hacer algo. Uno, si las reconoce de verdad, no puede quedarse quieto.
En España ocurre eso. Gracias a la presencia de los cubanos y a determinadas organizaciones se van conociendo cada vez más datos sobre la verdadera realidad de Cuba. Son tantos los exiliados, que cuál español no conoce a un exiliado cubano que ha padecido o padece lo que sucede en la Isla.
Pero creo que nos falta ese convencimiento de decir: "realmente es así", y actuar. Si dijésemos eso, tendríamos que reclamar a nuestro gobierno que tuviera una actitud distinta ante determinadas relaciones con el Estado cubano; ante los problemas que tienen los perseguidos por el régimen que tratan de venir a España, etc. Estamos en la fase de que el conocimiento es mayor, la sensibilidad es mayor, pero nos falta esa especie de afirmación que nos lleve a la acción.
A mí, por ejemplo, me da envidia que en determinados sectores intelectuales y periodísticos, se ve una reacción mucho más contundente en Francia que en España. Espero que en España pasemos a la acción rápidamente. |