www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/4
 
Una lección de veterinaria
'Yo pinto como me gusta, no por decreto', reconoce en entrevista el artista cubano Rafael Zarza, distinguido por sus creaciones eróticas y taurinas.
por CARMEN PAULA BERMúDEZ/CARLOS A. AGUILERA, Graz
 

Ahora que hablas de tus símbolos, el toro ha generado opiniones diferentes, a veces contrapuestas. ¿Cómo manejas la imagen del toro en tus pinturas/grabados?

El carnicero
El carnicero (1998).

El toro lo manejo a voluntad. Si surgen diversas lecturas eso es un problema del espectador. En algunos momentos de mi obra el toro es un signo de lucha: sale al ruedo y sale a morir, muere combatiendo. No es el caso del buey (toro con tarros cortados), que por lo general aparece en los Taurorretratos. El buey es lo opuesto.

A veces utilizo como modelo cabezas-de-reses-disecadas. Me las regalan y las colecciono (señala las paredes de la casa). A veces sólo pinto la mandíbula, que puede ser un arma de matar; símbolo de maldad cuando acompañan las Crucifixiones o brutalidad y guerra en otros cuadros. Cuando pongo falos por cuernos ya eso es cosa del trópico…

¿Pudieras hablar de los últimos 25 o 30 años en la plástica cubana?

Los setenta se conocen como el quinquenio gris y fue, en realidad, un "decenio" y bastante "negro". Estalla a partir de 1971 con el Congreso de Educación y Cultura. Ahí los "delegados" se reúnen y empiezan a hablar de diversionismo ideológico y de que los artistas influyen sobre determinados sectores de la sociedad. Tu manera de pintar, tu forma de vestirte, de llevar el cabello, se empezó a tomar como fidelidad o no a la "sociedad nueva" (esta atmósfera de represión venía desde los años sesenta). Si eras revolucionario no podías pintar cualquier cosa, tenías que hacerlo según el principio del realismo socialista. Cosa curiosa: se trató de imponer el realismo socialista y se terminó haciendo hiperrealismo, que venía de Estados Unidos. Lo opuesto. Algunos artistas llegaron a pintar figuras políticas en estilo hiperrealista…

A mí, personalmente, no me interesaron ninguna de estas tendencias. Si yo pinto, pinto como me gusta, no por decreto. En los setenta se expulsaron a muchos artistas de instituciones culturales y centros de trabajo, a su vez, otros se adocenaron y escalaron posiciones. A algunos los obligaron a irse de Cuba. Hubo también una represión violenta contra los artistas que hacían pintura erótica. Recordemos que en los sesenta y setenta hubo un fuerte movimiento internacional de arte erótico que respondía a los sucesos hippies, a la libertad sexual, a Mayo del 68, etc. Si se hubiese permitido exhibir todas esas obras de arte erótico que se hacían en Cuba, no hubiese pasado nada. Pero había mucho miedo, un gran temor.

¿Te parece que esa atmósfera de represión pudo ofrecer algo "positivo" a la labor de los artistas plásticos de entonces?

No, en realidad fue bastante nefasto. Recuerdo que Umberto Peña (actualmente en Miami) hacía cosas interesantísimas. Yo estaba haciendo grabados eróticos y de pronto me fui del Taller Experimental de Gráfica de la Plaza de la Catedral. Umberto también se fue. Lo que hice fue encerrarme en mi casa y ponerme a dibujar. Realicé una serie de dibujos que están guardados y nunca se han exhibido. La obra de Umberto Peña quedó trunca —con respecto al grabado—, pues él no volvió nunca más al Taller. Aunque posteriormente hiciera una exposición erótica a la que tituló Trapices.

Al pintor Juan Boza, que trabajaba con nosotros en el Taller, lo botaron del Consejo Nacional de Cultura. Su delito era ser homosexual, negro y "hacerse el santo". Posteriormente tuvo que irse de Cuba. A mí, en el año 69 (cuando aún no había estallado la vorágine), me censuraron un Tríptico erótico que iba a enviar a la Bienal de París. Es decir, la "señora funcionaria" que dirigía Artes Plásticas en aquel momento lo censuró.

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