www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 4/4
 
Una lección de veterinaria
'Yo pinto como me gusta, no por decreto', reconoce en entrevista el artista cubano Rafael Zarza, distinguido por sus creaciones eróticas y taurinas.
por CARMEN PAULA BERMúDEZ/CARLOS A. AGUILERA, Graz
 

¿Por qué la publicidad de los años cincuenta?

Serie tauromaquias
Serie Tauromaquias (1989).

Porque me interesaba la sátira, la ironía; me doy cuenta que aquellos anuncios tenían un contexto que, al trabajarse, podía dar pie a esa cosa propia del cubano: el doble sentido. El cubano se ríe de todo, incluso cuando más en crisis está, y eso es aprovechable. Trabajé, por ejemplo, con anuncios de cerveza, de medicamentos, de coñac, de insecticidas. Cuando hice el anuncio-respuesta a Mariano, por la censura en Casa de las Américas, puse uno que decía: "¡Desaloje los microbios de la Casa!". Era el anuncio de un desinfectante llamado Lisol, lo único que puse casa con "c" mayúscula y subrayado. Era mi manera de burlarme. Cuando tú te ríes y haces que la gente ría estás destruyendo el misterio, la "gravedad".

¿Consideras el cartel como parte de ese Kaosmos que es tu obra?

Hice mucho cartel porque era una forma de ganarme la vida, de cobrar un salario en una época en que estabas obligado a trabajar. Si no lo hacías eras "antisocial" o "contrarrevolucionario". A nuestra generación le gustaba el cartel. Se hicieron buenos carteles, pero también muchos por compromiso, que te imponían las circunstancias. Yo trabajaba para el Consejo Nacional de Cultura, eso fue desde el año 1969 hasta 1980. La mayoría de mis carteles están en función de anunciar un evento, una obra de teatro, una exposición. Aunque hay excepciones conceptuales como La casa de Bernarda Alba, Kunene o Paz, cartel que logró premio en Moscú y tiene reses u otros de mis "motivos". En realidad, envié carteles a exposiciones en los años setenta porque generalmente los grabados me los rechazaban.

¿Por qué realizas tan pocas exposiciones en los ochenta, cuando aparentemente hubo una apertura?

Hubo apertura para otros artistas, para mí no. Al contrario, pienso que fue una etapa muy represiva. En los ochenta se les dio prioridad a los muchachos que surgían y a mi obra la dieron como "mala". Estoy hablando a nivel de instituciones, de política cultural y de criterios avalados por la Dirección de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura. Llegó un momento en que ni los carteles que hacía eran aprobados.

La gente de la generación de los ochenta tenía talento pero los sobredimensionaron, salvo excepciones. De pronto, estos muchachos eran los "niños lindos" de la Dirección de Artes Plásticas, los demás no servían. Creo que esta generación fue utilizada y, además, ellos se dejaron utilizar. Los usaron para dar una imagen de "democracia cultural" y al final tuvieron que irse. Están hoy en Miami, México, Venezuela, etc. No es que esto haya sido pensado por los artistas, sino por una política estructurada.

Tanto es así, que todo termina con la exposición El objeto esculturado, en la que Ángel Delgado (pintor y ex estudiante del ISA) entra a la exposición y hace una acción plástica: pone un círculo de palitos (mangles), un periódico Granma y defeca. Ahí se formó el escándalo. Los funcionarios se alarmaron y a este muchacho lo tuvieron preso durante seis meses. Una de las cosas más aberrantes que se han hecho en las historias de las exposiciones.

En todas partes del mundo los artistas han hecho acciones de esta índole y a nadie se le ha ocurrido llevárselos presos. En Canadá, los artistas comen chocolate laxante, se ponen culeros plásticos y defecan delante del público. Eso puede ser desagradable pero —que yo sepa— el Ministro de Cultura de ese país no reprime esas acciones. En esos lugares existe libertad-de-creación; puedes pintar/exhibir lo que quieras, no pasa nada. A estos muchachos de los ochenta les dieron auge y después trataron de quitárselo. Y se les viraron. Si yo en vez de estas cosas que hago hubiera pintado imágenes agradables, no hubiese tenido ningún problema. Pero me alegra que no haya sido así, hubiese sido un oficialista.

En 1988 decides hacerte "artista independiente". ¿Qué significó o cambió esta decisión en tu vida?

Significó ir a la miseria, al hambre. No cobrar sueldos mensuales. No ser reconocido institucionalmente. No viajar. A su vez, ganar libertad interior: sentirme artista (yo era vicepresidente de la Sección de Artes Plásticas de la UNEAC y cada vez que iba a la institución me sentía demasiado funcionario). Claro, esta libertad es hasta cierto punto. Puedo pintar como quiera, sólo que después tengo que guardarlo. No tengo que hacer un afiche a determinado evento o programa. Sencillamente, concentrarme en mi casa y ponerme a pintar.

Cuando uno observa tus "naturalezas muertas" advierte algo político detrás. ¿Estás de acuerdo con esto?

La naturaleza muerta históricamente fue un género con la función de decorar comedores. Todavía esto hoy continúa. Yo hago dos cosas: trato de hacer versiones sobre los artistas que trabajaron el bodegón, apropiarme de ellos y, a su vez, ofrecerle (a la naturaleza muerta) otros significados: muerte, hambre, oposición, etc. Cuando coloco grandes calaveras bovinas, que para mí son símbolo de muerte en los bodegones, trato de dar la fugacidad de la vida, la oposición vida-muerte.

La muerte no tiene parangón con nada, no respeta jerarquías. Puedes tener un cuadro agradable en tu casa (un bodegón) y sin saberlo tener también en ese cuadro la muerte, la vida que se destruye. Ahora, no sé si la visión es tanto política como filosófica. Para mí es más bien filosófica, en particular, en las realizadas en la segunda mitad de los años setenta.

Sin embargo, hay una serie de bodegones realizados en los noventa (cuando retorno al tema), que sí podrían ser considerados políticos.

Es la época del período especial, de la caída del socialismo europeo, de la crisis económica más fuerte del país, de crisis personal… y es cuando salen estas otras "naturalezas muertas": La angustia del hambre, Bodegón con cerelac (que es el cereal lacteado que vendieron en las bodegas), Bodegón con luz brillante (sobre los apagones frecuentes), El milagro del pan y los huevos…

Esta serie sí asume una función política, sin abandonar por supuesto su función como obra de arte. Son de formato más grande, más agresivas, y aparecen bocas abiertas gritando su tragedia, su necesidad. Son menos limpias y menos bellas que las de los años setenta, donde me interesaba más lo filosófico o apropiarme de Chardin o Cézanne. Por eso habría que hacer una separación entre estas "naturalezas muertas" y las otras; éstas de los años noventa son mucho más trágicas, más polémicas.

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