www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 3/4
 
Confesiones de un niño cubano
'Los progresistas que arropan a Castro practican un colonialismo perverso'. El cubano Carlos Eire, Premio Nacional del Libro de EE UU, entrevisto por Midiala Rosales.
 

¿Cómo se enteró que había ganado el Premio Nacional del Libro?

Para la entrega del premio hicieron una cena con todas las editoriales, todos los agentes, más de mil personas. Y allí iban anunciando el premio por categoría. Fue una ocasión muy emocionante, estar sentado allí y de repente escuchar mi nombre. Todavía estoy sorprendido y lo estaré por largo rato. Estoy contento de que hayan escogido mi libro y que reconozcan mi trabajo. Pero lo que me hace reír profundamente y también me molesta un poquito es que este libro es la cosa más fácil que he hecho en toda mi vida. El trabajo con el que más me he entretenido y que más me gustó, y el que me dio la alegría más grande de toda mi vida.

Tengo libros que me han costado como diez años escribir y éste es el que gana el premio. Siempre había escrito ensayos o libros de historias. Y siempre pensé que sería magnífico escribir algo de ficción. Cuando me senté esa noche y me puse a escribir, aunque no lo tenía planeado, fue como abrir una puerta por donde salió todo. Y hubo momentos, mientras lo escribía, en que no podía seguir por el llanto.

¿Cómo logró conservar la frialdad a la hora de escribir para evitar que el libro se convirtiera en un panfleto político?

Mientras escribía el libro, me di cuenta que tenía que abrazar las cosas malas, que tenía que enamorarme de ellas, aceptarlas, porque si no te vuelves loco. Y bueno, eso fue lo que hice, tratar de disfrutar hasta lo peor que pasó.

¿Cómo ven a los cubanos en Estados Unidos? ¿Qué explicación ofrece cuando le preguntan por qué Cuba lleva 45 años con el mismo gobernante? Desde la mirada pragmática de un estadounidense, ¿somos vistos como un pueblo díscolo y carente de sentido democrático por dejarnos quitar todos los derechos de un plumazo?

No, porque sé que es muy fácil esclavizar a un pueblo cuando la gente con deseo de poder y de gobernar toma el poder y usa su autoridad con brutalidad. Digo siempre que lo que afianzó a Fidel Castro en el poder, de manera tan contundente, fue que simplemente la gente se fue del país. Si no se hubiera ido un millón y medio de personas, si nos hubiéramos quedado, quizás hubiera habido más oposición. Pero los cubanos que conocí en Cuba y en el exilio —porque no conozco a la gente de ahora— eran personas a quienes no les gustaba meterse en problemas.

Los cubanos son muy peleones y nos encabronamos muy fácilmente uno con el otro, pero a las tres semanas uno vuelve a hacerse amigo, porque somos de una bondad profunda. Y lo que pasa en Cuba es que el sistema está construido de tal manera que hay gente que sí está mejor que el resto, porque son los que participan en el sistema y lo sostienen, los que controlan todo.

Ahí está el cuento de cuando mi madre estaba haciendo la cola de la embajada suiza para pedir visa para viajar a Estados Unidos y llegó una turba de gente y comenzó a insultarla y a gritarle gusana, contrarrevolucionaria, etcétera. Lo que ellos hicieron fue hacernos ver como burgueses, y lanzarnos a la gente que tenía carencias, a los más pobres, a que nos atacara. Y mi madre les gritaba: ¿qué les he hecho? Yo nunca les he hecho nada, sólo quiero irme del país para reunirme con mis hijos. Yo soy cubana igual que ustedes. Pero si ella no corre y se monta en una guagua que pasó por allí y la sacó de las manos de la turba, la hubieran matado.

¿Qué repercusiones cree que tendrá el libro?

No sé qué repercusión tendrá esto, pero sí sé que en Latinoamérica no he podido encontrar una editorial que me lo publique, y en España tampoco. No existe ni siquiera contrato para traducirlo, porque mi agente dice que en España nadie quiere ver el libro por razones políticas, porque dicen que está escrito por un exiliado privilegiado.

Entonces, como tuve una infancia privilegiada —algo que parece irónico—, mis memorias no sirven para nada, porque para ellos soy sólo un resentido, alguien que está en contra de las cosas buenas que trajo la revolución para los pobres y para los cubanos. Y, bueno, es algo tan complicado de explicar que sólo el que lo vivió sabe cómo son las cosas en realidad.

Lo que más confunde al mundo fuera de Cuba es que sí, es cierto, los ideales de la revolución eran ideales nobles, pero se pervirtieron totalmente por el camino. Los ideales y la realidad no se encuentran ni se encontrarán nunca, porque en el fondo todos somos unos egoístas. Lo bueno que tiene el capitalismo —cuando funciona, no el de los países pobres, sino el de los desarrollados— es que ese egoísmo se convierte en bienestar para un gran número de personas, porque el individualismo o el egoísmo de cada quien lo hace trabajar y querer más y eso hace crecer la economía, y entonces ese bienestar baja y se comparte.

Creo que una de las razones por las cuales Latinoamérica tiene una historia política tan mala, desde los tiempos coloniales, tiene que ver mucho con la distribución de la propiedad y la distribución de los bienes. Ahí, en México, se ve muy claramente. Entonces, si viene alguien y le presenta esos ideales a los pobres y le dice: ¿no te parece mejor esta revolución nueva? Claro que van a decir que sí.

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2. Usted ha dicho que adoptó...
3. ¿Cómo se enteró...?
4. En el libro dice que hay...
   
 
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