www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 2/4
 
Contra las mordazas
'En Cuba pasa lo mismo que en Marruecos: algún día todo se va a desplomar de una manera tan brutal, que ya no podremos salvarlo', opina el periodista Ali Lmrabet.
 

¿Es cierto que vendía el Granma en la Universidad de la Sorbonne?

Absolutamente. Me acuerdo que vendía el Granma. Religiosamente, lo que hacíamos era vender las fotocopias por militantismo. No me pagaban nada. Y el dinero se lo dábamos a un señor del Instituto de Estudios Latinoamericanos, que está en la rue Saint Guillot, y ese señor enviaba el dinero —en el cual metíamos mucho afecto y corazón— a La Habana, Cuba.

¿Cuándo conoció el caso de Raúl Rivero y del resto de los periodistas cubanos encarcelados?

Leía de Cuba hace muchos años, porque tras mis estudios fui diplomático en la Argentina, hasta que dejé el puesto por un caso de corrupción que denuncié. Una vez alguien me ofreció un libro de Reinaldo Arenas, Antes que anochezca. Recuerdo que cuando ese amigo me lo dio en España, dijo: "Ojo, este libro no puede ser vendido ni nada en Marruecos". Porque estaba contando la historia de un homosexual que narraba de manera cruda su vida en la Cuba revolucionaria de Fidel Castro.

Es algo extraordinario cuando lees a Reinaldo Arenas. Acaban de decirme que ha salido una película y la voy a comprar. El libro recrea una realidad tremenda. No es literatura del siglo XIX, es la historia de un hombre que justamente cuenta lo que vive, que es un infierno. Estuvo tres años encarcelado.

Cuando lo leí salí con otra imagen de Cuba; una imagen tremenda, y un inmenso desengaño. Dejé el libro ahí y me dije: "Cuba está en mí antes que estos demagogos". Hasta que un día del año 2003, cuando estaba ya en huelga de hambre, vino a verme una persona para decirme que la editorial Península estaba interesada en sacar un libro sobre mí y sobre lo que estaba haciendo en Marruecos. Me dijeron: "Vamos a darte un libro que lo ha hecho esta misma editorial hace sólo unos meses, sobre un periodista como tú, encarcelado en La Habana". Me dieron un ejemplar de Sin pan y sin palabras, y lo leí en un día.

Ya sabes que cuando lees algo en un día, eso significa que comienzas y no puedes parar. Cuando estás en una celda, ni siquiera tienes las ocupaciones de ir a buscar comida… Encontré que el castellano de Raúl Rivero —porque soy un amante de la lengua castellana— es fácil, a la vez que fascinante y que cuenta unas historias que, en algunos rincones, se parecen mucho a las nuestras. No es exactamente lo mismo, pero en algunas cosas sí. Y entonces leí que algunos escritores habían dicho que Raúl Rivero merecía la cárcel, y lo mismo se dijo de mí.

Se dijo que Raúl Rivero no era periodista, argumento que también trataron de usar en mi caso. Había un paralelismo. Me dije: "A este señor le voy a enviar una carta". Y alguien me dijo que no podía, porque donde él estaba no le daban cartas ni nada. Rivero está prácticamente aislado.

Entonces alguien de el diario El Mundo llamó a mi familia por si quería enviar un artículo sobre Raúl, y envíe la carta que le había escrito, y la publicaron. Después me dijeron que algunos han respondido insultándome. Me extraña mucho, porque en esa carta no insulto ni al pueblo cubano ni a los comunistas, ni a los liberales ni a nadie. Es sólo una carta de un informador encarcelado a otro informador encarcelado.

1. Inicio
2. ¿Es cierto que vendía...?
3. ¿Cómo un régimen...?
4. ¿Hacia dónde...?
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Un limbo con sabor a infierno
ENRIQUE DEL RISCO, Nueva Jersey
La excelsa predestinación de Cuba
MICHEL SUáREZ, Madrid
Cuentos desde Miami
'Lo que menos necesita Cuba es otra revolución'
MIRTA FERNáNDEZ/MICHEL SUáREZ, Madrid
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir