Teniendo en cuenta que todo mamífero es carne, y no precisamente de cañón, me extraña que este tejón se me aparezca ahora en pleno noveno inning. El otro dato es su nocturnidad, y ya tengo una mamífera y primitiva figura de delito, porque haber superado el período especial sin haberse brindado para amenizar las noches de una alegre familia campesina de la zona me suena muy claramente a alevosía. Y para colmo del colmao, el triste bicho, amén de ser oriental —y nocturno, lo que me parece una redundancia— fue descubierto en 1861 por el naturalista alemán Wilham Peters —un naturalista es un tipo de esos a los que todo le parece natural— y sólo se alimenta de gusanos. El almiquí; el alemán supongo comería de todo, con excepción de carne de almiquí.

De manera que esa "aparición" a esta altura del partido es más que sospechosa, cuando ya nadie se acordaba de la carne o los peters. Y si le ponemos segunda lupa a la noticia, ya da para que el salpullido nos trastorne, y cito: "el animal sale a comer de noche gusanos", y aquí está resuelto el misterio. Mire si será realmente primitivo que colabora con el gobierno. Un almiquí represor. No me extraña que cada día sea más difícil localizarlo.

Todo este caldo gallego se lo armo porque tiene que ver con la manigua, con las apariciones y con ese mundo irreal de una isla que jamás entendieron usted ni los otros. Y la costumbre se pega, que más tarde le hablaré de los otros Panchos y Panchas —ahora les dicen Pepes— que le siguen cayendo a horcajadas a nuestro paisaje, hoy dominado por un pichón de Pancho que no es precisamente Pepe, sino Hachepepe.

En el orden de las sorpresas y apariciones —hubo muchas sor presas, curas expulsados, párrocos desparrocados y Jesuses deschuchados— son los restos del cacique Guamá, ese que cuando llegó usted a la jungla autóctona ya le había dado la última mordida al casabe. Aunque no se lo crea, ha aparecido Guamá en forma de esqueleto, y no dudo que haya alguien que pensara, al enterarse de que Guamá ha vuelto, si le ha traído algún regalo, porque, para que vaya usted sabiendo de actualidad mambisa, ya no se sabe quién es quién, ni dónde está dónde, y mucho menos quién es dónde o dónde está quién, en ese revoltijo de canchánchara campestre, ajiaco criollo o puchero de lo que le caiga al anafe.

Por si no lo sabe, aturdido como estaba, entre las ocurrencias de ese nuevo supermán que ha sido Elpidio Valdés, compatriota con palmiche, y la jerga simpaticona y pesimista del coronel andaluz, Guamá fue un cacique, igual de oriental, primitivo y nocturno que el almiquí. En la misma zona, Baracoa, Guamá estuvo diez años sublevado contra los conquistadores, esos coterráneos suyos tan cetáceos.

De 1522 al 32, Guamá caciqueó para cerrar aquel Centro Español que le habían montado en la misma punta de su achatada nariz. Allí, entre helechos arborescentes, con la sombra de El Yunque planeándole sobre su cabeza de yunque, estuvo dale que dale tumbantonio, hostigándolos u ortigándolos, porque el matojo le ahogaba, y acabando con cuanta jutía dulce, o de las otras, se le ponía cerca del apetito.