Lo de "misterioso" podría realizarse porque se pierde uno de los bailarines más dinámicos, haciendo como que cae al agua desde una gran altura. Del agua salen entonces otros danzantes, que quieren mostrar que en el pueblo hay muchos como el que se perdió. Y lo de "distantes", déjeselo usted a la misma obra para que vea cómo desaparecen otros del cuerpo de baile y no los ve nunca más, aunque imagina para dónde se han fugado. Pero eso será más adelante, cuando las hordas del bien hayan hordalizado a las hordas del mal y no quede nadie muy hordo en escena.

Pero quiero ser ordenado, disciplinado y profesional. Así que iré, cuadro por cuadro, anotándole lo que soñé y cómo pudiera realizarse. Mucho color, mucho brillo, y mucho entusiasmo, que la voluntad no alumbra, pero desmaya a tiempo.

Nota: El primer cuadro, que representa el asalto al cuartel, debe ir cargado de simbología. Las bailarinas buenas llevarán tangas rojiblancas, colores del movimiento 26 de julio. El cuadro termina con el juicio al líder del asalto. Todos bailan al son de la guaracha Yo no tengo la culpita, con retortijones especiales del Bailarín Principal, que acusa al imperialismo y a Gengis Khan del atraso del país. Al fondo, un señor con muchas entradas, cultiva una rosa blanca. Es el autor intelectual. El cuadro culminaría con la presencia de nuestros más notables atletas.

Cuadro segundo: "La lucha insurreccional: yate, mangle y pa' bajo". Entra un crucero en escena y bajan 82 bailarines. Es ligeramente más pequeño que el Titanic. Se escucha a Daniel Santos cantando Los pollos pa' fricasé, con lo que hacemos la transición a Alegría de Pío. Luego suena un tango para que el espectador sepa que en la tropa viene un argentino. Para presentar a los demás rebeldes puede hacerse un collage musical con los temas La china en la rumba y Qué será lo que quiere el negro. Sale al centro de la pista un figurante vestido de médico representando al dictador Batista, que va gritando: "Salud, salud, salud", y es perseguido por el Bailarín Principal que le dispara flechas con un arco.

Sé perfectamente que lo que usaba era un fusil con mirilla telescópica, pero el arco es más simbólico, y con eso representamos que es el heredero de Hatuey, aunque no precisamente en lo refrescante. Sería una lástima no aprovechar y darle candela allí mismo. Lo necesitamos para el resto de la obra. Se escucha, a fondo, el tema Al vaivén de mi carreta. El escenario se llena de guajiros que quieren llegar al bohío. Suena de pronto el himno invasor, pero en tiempo de conga (también podría usarse el tema de Ñico Saquito Choncholi se va pal monte), y desde la pata izquierda hacia la derecha comienzan a pasar policías y otros orientales, simulando la Invasión de Oriente a Occidente. A fondo se podría escuchar algún tema country, en homenaje a El Vaquerito. Tal vez la música de Billy El Niño.

Cuadro tercero: "El triunfo. Cogí cajita y descuajeringué". Este es un cuadro muy bonito donde se le expropia a los malos hasta la respiración y aprovechan el trasatlántico del escenario para irse. Comienza con un baile desenfrenado del Bailarín Principal, que canta Aquí el que manda es Bulé, mientras por un lateral va bajando una coreografía muy vistosa —vestidos todos con caqui chino— cantando el estribillo que dice: "Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar".

Si algún espectador confundido piensa que ahí termina el espectáculo, el bailarín que representa al argentino, lo fusilará allí mismo en su mesa, mientras entona la milonga de Yupanqui Los hermanos. Anote también: cuatro mulatonas se disfrazan de blancas palomas y se le posan encima al Bailarín Principal, provocándole rotura de rótula.

Hay que pensar mejor la idea de colgar sobre el escenario una gigantesca pierna de jamón, como símbolo de las tentaciones y agresiones del imperialismo. Los bailarines perderían concentración, y algún desalmado pudiera lanzársele a morderlo, con la consabida interrupción y caos.