www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
  Parte 1/2
 
Argentina: El desafío de Kirchner
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Miami
 

¿Qué pasó? Esta es la pregunta que ha obsesionado a la Argentina por cerca de un siglo. El futuro, tan cercano en 1913, cuando sus ingresos per cápita superaban los de Francia y Alemania, nunca llegó. Hoy la mitad de la población vive en la pobreza y las ilusiones que todavía se tenían de no ser realmente latinoamericanos se han hecho pedazos para siempre.

Reformas laborales
Protestas en Argentina contra el desempleo.

A finales de 2001, Argentina se encontraba al borde del precipicio: deudas sin pagar, niveles de vida en picada, la renuncia de un presidente y el clamoroso descontento popular auguraban lo peor. Y si bien se trataba de una situación horrible, los próximos 18 meses podrían haber sido aún peores si la democracia hubiera sucumbido ante el desorden político.

En mayo de 2003, sin embargo, Néstor Kirchner se convirtió en presidente, y desde entonces Argentina se ha contenido. Kirchner tuvo suerte: la economía ya había tocado  fondo, por lo que su presidencia ha sido la primera que en veinte años ha comenzado a revertir una tendencia negativa. Políticamente, en cambio, su toma de posesión no fue un buen augurio. Después de que Carlos Menem se retirara de la segunda vuelta de las elecciones, Kirchner tuvo que contentarse con apenas el 22 por ciento que había acumulado en la primera vuelta.

Pero no importó: resistió hasta el final y se hizo con el mandato. El huracán K, le llamó la prensa, mientras despedía a la mayoría de los jefazos militares, desplegaba una campaña anticorrupción, despotricaba contra el neoliberalismo, buscaba una "alianza estratégica" con Brasil, provocaba a la administración Bush al deshelar las relaciones con Cuba, y negociaba un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Como resultado, la división entre política y sociedad es ahora menos pronunciada y la confianza pública aumenta lentamente: el índice de aprobación a Kirchner supera el 70%, y una mayoría incluso lo considera honrado. Su determinación en la búsqueda de la verdad y la justicia con respecto a las violaciones de los derechos humanos por parte del aparato militar no es teatralidad: finalmente, quizá los argentinos puedan dejar atrás el pasado.

En los primeros ocho meses de su mandato, Kirchner ha ejercido un enérgico liderazgo. Sin embargo, existen razones para dudar de su habilidad para enfrentarse a las difíciles tareas económicas que le aguardan. Al neoliberalismo —incluso en la versión corrupta ejercida por Menem— no pueden achacársele todas las culpas por la agonía de 2001. Factores más antiguos que ya estaban en juego requieren que los argentinos —políticos, hombres de negocios, sindicalistas y ciudadanos de a pie— asuman sus responsabilidades por haber desperdiciado un futuro que parecía tan seguro en 1913.

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