www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 4/4
 
Las cuentas de Bush y Kerry
América vota: ¿Quién da más? Las propuestas económicas en la campaña presidencial de Estados Unidos.
por TOMáS G. MUñOZ, Marbella
 

Un problema similar lo resolvió Chile en 1982, con la creación de las Asociaciones de Fondos de Pensión (AFPs), que hoy administran US$ 55 millardos (61% del PIB chileno), que no se comparan con los US$ 1,8 billones (15% del PIB americano) de la Social Security Administration (SSA).

El tema es candente, sobre todo porque —desde su creación en 1935 por el también demócrata presidente Roosevelt— la izquierda americana lo ve como un logro irrenunciable. Pero no se trata de privatizar la SSA. Al igual que en Chile, ésta funciona para los que deseen continuar afiliados a ella. Y al igual que en Chile, los usuarios tendrán la opción de cotizar a la Seguridad Social privada. A todas luces, este es el camino que tomará Bush.

América vota
Kerry y el voto cubano
JORGE SALCEDO, Cambridge
Nueva York: La alternativa de los republicanos
SAURO GONZáLEZ RODRíGUEZ
El falso Bush
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
Remedio contra la alucinación
ARTURO LOPEZ LEVY, Denver

- Disciplina fiscal-cambiaria y reforma gubernamental: "Los retos que Estados Unidos han encarado en los últimos años crearon un déficit indeseable, aunque manejable. En todo caso, la tasa estimada del 3,8% del PIB a finales de 2004 sería menor que en nueve de los déficit en los últimos 25 años. En la medida que los republicanos en el Congreso y el Ejecutivo aúnen esfuerzos en restringir gastos y fortalecer el crecimiento económico, hacia 2009 bajará a 1,5% del PIB en ese año —muy por debajo de la media de 2,2% en los últimos 40 años".

Como en el Plan Kerry, el presidente Bush no dice cómo y en qué áreas se restringirán los gastos. Si los déficits fiscales desaparecieron al final de la administración Clinton fue porque la caída del Muro de Berlín posibilitó menores gastos militares. De hecho, los conflictos de Afganistán e Irak y la guerra contra el terrorismo —y no hay indicios de un final en un futuro inmediato— resultarán en mayores gastos militares.

La lección de la historia nos la da la guerra de Vietnam. Al igual que Bush hoy, el presidente Johnson (1963-1969) se embarcó en la política de "cañones y mantequilla". De sus trágicas consecuencias económicas (racionamiento de crédito, subida de impuestos, congelamiento de precios y salarios, y la eliminación de la convertibilidad del US$ en oro…) no salió el país sino hasta bien entrados los años noventa.

Salvo menciones a un plan energético basado en el auto-abastecimiento, y el estricto cumplimiento de acuerdos comerciales, el Plan Bush no se dirige al enorme déficit comercial que sufre el país —largamente debido a la globalización que tanto critica la izquierda ignorante. Y cualquier conato proteccionista tendrá serias repercusiones en las relaciones de Estados Unidos con China, los otros tigres asiáticos, México y Brasil.

El odio de las comparaciones

En la historia de Estados Unidos, rara vez ha habido campañas presidenciales como las dos últimas, donde la mediocridad de los candidatos se ha disfrazado descaradamente con apelaciones populistas o patrioteras. En el caso de John F. Kerry, su cacareada participación en la guerra de Vietnam suple su paupérrima hoja de servicios en el Senado —que es lo que realmente interesa al electorado. Al encuadrarse en temas belicistas, George W. Bush se ha deslindado de dos acuciantes déficits, que, unidos al históricamente alto costo del crudo, auguran más inflación y desempleo, y mayores déficits.

Dicho esto, la realidad es que el presidente está mejor situado que su padre —al menos en Estados Unidos, que es lo que igualmente interesa a un electorado que ha cerrado flancos en torno a su presidente, después del 11-S. Poco antes de la Guerra del Golfo, alrededor del 50% de los americanos apoyaban la vía bélica. Con un casi un 70%, Bush Jr. ha conseguido una popularidad inusitada por las gestas de Afganistán, Irak, y la lucha contra Al-Qaeda.

Con el caveat de que en las presentes elecciones la democracia americana no ha proporcionado mejores alternativas, hay que remitirse al antiguo refrán de que "no se puede cambiar de caballos en el medio de la carrera". De ahí que la reelección del presidente Bush es la mejor de las opciones.

Finalmente, hay en el bullpen demócrata un pitcher que está calentando su brazo: Hillary Rodham Clinton. De vencer Kerry, su acceso a la presidencia quedaría potencialmente diferido por 16 años. Mrs. Rodham Clinton estaría para entonces convertida en una venerable abuela de 74, ergo prácticamente no presidenciable. Una derrota de Kerry en 2004, le abriría el camino al diamante. Es hora de que Estados Unidos tenga una mujer de presidente.

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