www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/4
 
Del totalitarismo a la sociedad civil
Una historia de las transiciones: La restauración de la política en la Europa del Este postcomunista. Ingenuidades, errores y aciertos.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

El papel de las élites

El término sociedad civil es usado con frecuencia para analizar situaciones muy disímiles. En la década de los noventa se enarbolaba como un mantra por los intelectuales, tanto del Occidente democrático como de los países en vías de transición, los cuales veían en la revitalización o el establecimiento de una sociedad civil la panacea para todos los problemas. Existe un consenso general de que una sociedad civil sana es un prerrequisito importante para el florecimiento de una democracia liberal así como de una estabilidad a largo plazo. Como mínimo, el establecimiento o revitalización de la sociedad civil deberá acompañar y apoyar la transición de un modelo autoritario a un gobierno liberal democrático.

Las Organizaciones No Gubernamentales en los países de la transición se caracterizan por haber sido creadas por y para responder a la intelectualidad, a los profesionales, a la clase media urbana. Por lo tanto, sus respuestas corresponden a solicitudes muy concretas de estos sedimentos sociales específicos. Una negligencia a remediar: las necesidades de otros sectores sociales, marginales o agrarios, precisamente los más desvalidos y carentes de representación.

La transición ha estado en manos de élites que personalizaron la política en entornos sociales que estaban muy lejos de poseer una sociedad civil articulada. En los países con una sociedad civil pobremente desarrollada y enfrentada a perturbaciones dramáticas que envuelven una inmensa redistribución de recursos, es difícil avizorar si tales cambios pueden tener lugar de manera pacífica, sin una "mano fuerte", construyendo una autoridad legítima y ayudando a la creación de cierto consenso social concerniente a la necesidad de reformas. Por ello, es necesario instaurar de inmediato un claro y efectivo marco legal y constitucional, dentro del cual las asociaciones independientes podrían operar con un conocimiento cabal de sus derechos y obligaciones.

La presencia de una sociedad civil desarrollada no es esencial para tal tipo de transición, si en el curso de la misma se logra implantar. Puede suceder que líderes carismáticos, con un juicioso diseño institucional apoyado en factores exteriores, en vez de sustituir la sociedad civil puedan ayudar a su proceso formativo. Este desempeño requerirá que las élites presten atención no sólo al diseño de las instituciones políticas, sino al de las instituciones sociales, tales como los mercados, el pluralismo social y la esfera pública.

Una historia de las transiciones
Los orígenes del cambio
JFB, Miami
El ajedrez atómico
El testamento del comunismo
El reciclaje de los comunistas
Los caminos de la democracia

El error de los que recorrían más tarde el camino de la transición fue tratar de generalizar los primeros modelos de reforma, hallar constantes en las políticas del cambio, obviando lo frágil del desarrollo en cada ejemplo y la minúscula perdurabilidad de los remedios aplicados. La brújula de cada país-caso que asumía la transición no estaba en las flamantes constituciones "lockeanas" de Occidente o en los contratos sociales "russonianos" del mundo libre; se hallaba en el lugar menos esperado y largamente ignorado: en la historia de cada uno de estos pueblos antes de Yalta, antes de la Liga de las Naciones, en los entuertos étnicos y fronterizos establecidos por los imperios decimonónicos.

Presidentes versus parlamentos

En la relación con los momentos iniciales de las transiciones, los partidos dirigentes de comunistas reciclados y sus sucesores optaron por presidencias fuertes acompañadas, las más de las veces, de sistemas electorales mayoritarios, en la confianza de que estas circunstancias les beneficiarían. En los países balcánicos tuvo lugar la combinación de modalidades presidenciales y gobiernos personalistas, con parlamentos comparativamente poderosos. En Europa del Este, las fórmulas presidencialistas prevalecían sobre parlamentos y partidos políticos endebles, en un esquema que puede catalogarse como democracia delegada.

Mientras polacos y checos optaron por un sistema presidencial fuerte, los húngaros se inclinaron a favor del parlamento con un presidente débil, argumentando que ello tenía más probabilidades de conseguir el equilibrio entre los poderes. Existe lo que se ha dado en llamar "la tentación totalitaria en los países postcomunistas", donde se apunta al estilo arbitrario y despótico de Havel y Walesa contra sus correspondientes cortesanos. Ciertamente, en la transición se ha demostrado que han sido las coaliciones parlamentarias (sobre todo las creadas mediante compromisos sólidos), y no los presidentes ejecutivos, las que mostraron mayor capacidad para lograr el consenso necesario con vistas a adoptar medidas dolorosas y radicales.

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