Gorbachev trató de implantar una reestructuración de la forma en que hasta ese momento estaban organizados los países del bloque soviético: una sociedad a la cual se le decía exactamente adónde iba y cómo hacerlo. La arquitectura de Europa se volvió a rediseñar y la estructura de las relaciones internacionales fue transformada por el presidente, quien refería que su país no tenía derecho político o moral para interferir en el destino o las decisiones de Europa del Este.
Pero mucho más que la crisis checa en 1968, el empantanamiento soviético en Afganistán o el viraje chino, fue el golpe de Estado del ejército polaco, con Jaruzelsky a la cabeza, contra el partido comunista de ese país, así como la consecuente imposición de la ley marcial, las circunstancias que marcarían la bancarrota final del socialismo en Europa del Este.
Por otra parte, en septiembre de 1989, el general polaco Jaruzelsky, con gran objetividad, se convenció de que su gobierno había tocado a su fin. Este cambio representó, primeramente, la derrota del bolchevismo; el reencuentro del utópico comunista convertido en implacable burócrata con la verdadera esencia humana que había suprimido; y el reconocimiento final de que cualquier dogma es siempre letra muerta frente al cambiante y vital ritmo de la vida.
Europa se transformó con el retroceso del poder imperial soviético, el colapso de los gobiernos comunistas en el centro del continente, y la evaporación del Pacto de Varsovia. Así, 1989 es conocido como el año en que Europa del Este dejó de ser lo que venía siendo desde la II Guerra Mundial.
Escoger el camino
Una historia de las transiciones |
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El cordón sanitario de la Unión Soviética en Europa del Este, ganado al costo de 20 millones de vidas soviéticas, se desvanecía. La nueva administración de Gorbachev tuvo que enfrentar el desmoronamiento de uno de los dogmas legitimadores del poder marxista: la "irreversibilidad" de la victoria comunista. En Camboya, Afganistán y Angola, la situación militar se mostró desfavorable para el lado marxista, lo cual obligó a la búsqueda de una solución negociada.
El 27 de octubre de 1989 los cancilleres del Pacto de Varsovia proclamaron el derecho de cada uno de sus miembros a escoger libremente y sin interferencias foráneas el camino de su desarrollo económico, político y social. En 1989 se rehabilitaba en Hungría oficialmente a Imre Nagy (líder del levantamiento antiestalinista en 1956) y moría János Kádár.
En junio fue removido el nuevo líder, Károly Grosz, y su sustituto, Reszöe Nuyers, duraría unas pocas semanas. El 8 de octubre el Partido Comunista húngaro dejaba de existir. Para mediados de 1989 cuatro Estados de Europa del Este continuaban rechazando el desplazamiento hacia el pluralismo que la tolerante política de Gorbachev había permitido en Polonia y Hungría.
En agosto de 1961 la República Democrática Alemana (RDA) había impuesto restricciones al libre movimiento de los germanos orientales, que huían hacia Occidente a un ritmo de 3.000 semanales, construyendo un muro entre las secciones este y oeste de Berlín. El muro se extendería por cientos de millas y devino en el símbolo de la represión comunista y de la división de Europa.
La inesperada y fundamental transformación en Alemania del Este, Checoslovaquia y Bulgaria comenzó con los eventos en el primero de estos países a fines de 1989. El 10 de noviembre de 1988 se desplomaba el Muro de Berlín, luego de dos meses de crisis, lo que vaticinó el inminente colapso de Alemania del Este y fue calificado como el hecho de mayor importancia emotiva y simbólica en los sucesos europeos de la postguerra. |