www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 3/4
 
La Europa Central
Una historia de las transiciones: Polonia, Hungría y la República Checa miran hacia Estados Unidos, mientras Rusia viaja al siglo XVI moscovita.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

A finales de 1989, el régimen checoslovaco se vino abajo y su hundimiento dio pie a una curiosa circunstancia. En la Asamblea Federal y en los dos Consejos Nacionales existentes en el país, de checos y eslovacos, más de la mitad de los diputados del Partido Comunista renunciaron a su condición de tales y permitieron su sustitución por miembros de los grupos de oposición, al tiempo que se verificaba el acceso a esos órganos de comunistas de tono reformista. Las reconstruidas instancias legislativas introdujeron rápidamente cambios significativos en la Constitución.

Fragmentación y gobernabilidad

En los cuatro Estados se han hecho valer, por otra parte, coaliciones importantes de gobierno: en Polonia, tanto antes como después de las elecciones celebradas en 1993, en Hungría antes y después de las legislativas de 1994, en la República Checa como resultado de las elecciones de 1992, y en Eslovaquia desde 1994.

En los sectores económicos (estatal, privado) los porcentajes de antiguos militantes del Partido Socialista Obrero Húngaro (comunista) y del Partido Obrero Unificado Polaco (comunista) eran de un 66,5% en el primero y un 56,9% en el segundo. En la República Checa, un 19,3% de los directores de empresas en 1993 ya lo eran en 1988.

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Los porcentajes correspondientes a Polonia y Hungría eran de un 32,7% y de un 36,3%. Por lo que atañe a los vicedirectores de las empresas, los porcentajes de pervivencia eran más altos, de un 54,2% en la República Checa, un 47,7% en Polonia y un 38,9% en Hungría. El porcentaje de supervivencia de estas personas en sus cargos era mayor en lo que se refiere a la empresa pública que a la privada.

El bipartidismo, antes plasmado en coaliciones más que en partidos específicos, se ha impuesto con mayor o menor claridad en Hungría y Polonia, países en los que uno de los elementos centrales de disputa ha sido la vinculación de las fuerzas políticas con el viejo orden.

No puede olvidarse que tanto el Partido Socialista en Hungría como la Socialdemocracia de la República de Polonia, el núcleo principal de la coalición "Alianza de la Izquierda Democrática", son partidos ex comunistas. Por lo demás, se había producido la alternancia en Polonia y parecía llamada a producirse también en Hungría, en virtud de los resultados de las elecciones generales de mayo de 1998.

El número de partidos presente en los parlamentos ha oscilado entre 4 y 8, si dejamos de lado la notabilísima excepción de las elecciones polacas de 1991, que permitió el acceso a la máxima instancia legislativa a nada menos que 29 partidos políticos. El porcentaje del voto popular que se canaliza hacia fuerzas que no obtienen representación parlamentaria oscila entre un 9% y un 35%, con niveles medio-altos y altísimos (34,5%) para Polonia en 1993.

La fragmentación parlamentaria es alta, sobre todo en la República Checa (47,5%.) La volatilidad parlamentaria de estos cuatro Estados está relacionada con el grado de cambio en la composición partidaria de una elección a otra. Una de las consecuencias suele ser la aparición, en los parlamentos, de un porcentaje notable de nuevos diputados, sobre todo provenientes de la vieja élite dirigente comunista.

Debe recordarse que en los momentos iniciales de las transiciones la población depositó notables expectativas en los parlamentos. Los años iniciales de las transiciones lo fueron también de general hiperactividad legislativa. Así, el parlamento checoslovaco aprobó nada menos que 168 leyes en sus dos años de mandato, el húngaro había hecho lo propio con 289, a finales de 1992, y el eslovaco adoptó 204 entre junio de 1992 y julio de 1994.

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3. A finales de 1989...
4. Otro dato significativo...
   
 
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