www.cubaencuentro.com Jueves, 20 de marzo de 2003

 
  Parte 3/3
 
El país que sí existe
Una réplica a Re-varelización, artículo recientemente publicado en la sección de opinión de este periódico.
por LUIS MANUEL GARCíA, Madrid
 

Se impone una geografía espiritual donde el adentro se encuentre en las coordenadas de todos y cada uno de los cubanos dispuestos al empeño de la reconstrucción nacional, de una Cuba plural y democrática, la Cuba que nos debemos a nosotros mismos.

Afirmar que el exilio es hoy el motor de la economía cubana me resulta, aun sin soslayar su enorme peso, excesivo. Pero aun cuando así fuera, me repugna blandir como un arma arrojadiza nuestra propia generosidad, y arrojarla a la cara de los familiares y amigos a quienes ayudamos a sobrevivir, y no al Gobierno cubano, aunque éste se beneficie de las remesas, como si cobrara rescate por sus ciudadanos-rehenes, una suerte de impuesto al amor.

Tampoco es el exilio "la parte del país que representa hoy a la mayoría silenciosa, sin voz ni voto dentro la Isla". Pretender usurpar la voz de esa mayoría sin voz, no se corresponde con la realidad, por varias razones. Primero: entre nuestras preocupaciones cotidianas sólo una parte se refieren a la realidad de Cuba; el resto las dedicamos a las sociedades donde vivimos, en contraste con los ciudadanos de la Isla, inmersos en una circunstancia claustrofóbica, enajenante. Segundo: Por el contrario que los cubanos residentes en el país, incapacitados para desentenderse de su circunstancia, nosotros podemos vivir al margen de esa realidad, sin ni siquiera enterarnos de lo que ocurre allí; de hecho, no es difícil encontrar cubanos de nacimiento que son hoy suecos, españoles o norteamericanos adoptivos; lo cual, desde luego, no constituye un juicio peyorativo. Y tercero, incluso con la mejor voluntad, resulta difícil acercarse con exactitud a una experiencia cotidiana que no se vive, mucho menos usurpar el silencio de quienes la padecen cada día.

Decir, por último, que el PV habla "en nombre de un país que ya no existe" no sólo es incierto, sino profundamente irrespetuoso hacia nuestros compatriotas de la Isla. No existe ya, sin dudas, el país que Néstor Díaz de Villegas abandonó. No existe la Cuba que yo dejé atrás hace ocho años. Pero existe una Cuba que sufre y espera, una Cuba que ya empieza a dar signos de cambio; una Cuba que merece nuestro apoyo y nuestra solidaridad. Y esa Cuba tendrá la responsabilidad de construir un nuevo país donde quepamos todos. Negarlo hoy es hacerle el juego al Gobierno, que atemoriza a sus ciudadanos con el "coco" del exilio, con los que desembarcarán como triunfadores para apoderarse de la Isla. Si queremos un futuro digno para ese país, no podrá ser jamás negándolo, ninguneando a once millones de cubanos, derogando casi medio siglo de sufrimientos. Decir que Cuba no existe, equivale a abolir su futuro, porque como denuncian las encuestas, apenas la cuarta parte de los cubanos que vivimos fuera de la Isla estaríamos dispuestos a regresar. Se produciría el contrasentido de que un país que no existe, cuya dignidad, patriotismo y decencia, cuya voz radican en otros territorios, está obligado a construir el porvenir partiendo de su propia nulidad.

Decidir desde la página que Cuba no existe, no surtirá, por suerte, mayor efecto que los desesperados intentos del señor Fidel Castro durante medio siglo: Convertir un país dinámico y vital, en la nada absoluta. Cuba encontrará, sin dudas, su propia gravitación, donde todos los cubanos tengamos peso y destino.

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