www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 4/4
 
¿Sin Bush?
Déficit fiscal, gasto bélico y aislacionismo galopantes ponen en duda el futuro político del presidente norteamericano, a casi un año de nuevas elecciones.
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
 

El gobierno de Bush ha incrementado los gastos bélicos más allá de cualquier medida lógica, al tiempo que ha reducido la base de ingresos de la nación para beneficiar a los más ricos. Es esta política extrema e inhumana la que amenaza a los Estados Unidos, de ser reelecto Bush. Una estrategia económica y política que, de continuar, terminará convirtiendo a esta nación en una sociedad similar a la existente en los países latinoamericanos —donde la disparidad de riqueza resulta alarmante y las crisis económicas carecen de solución. De ello ocurrir, George W. Bush pasará a la historia como el primer presidente norteamericano que acercó a su país a Latinoamérica, no por abrir las fronteras o expandir el multiculturalismo, sino por adoptar sus deficiencias.

El resultado de esta política es la respuesta a la pregunta que el gobernador de la Florida formuló, sin entrar en detalles de lo quería escuchar a cambio. Una respuesta a la que ningún partidario de Bush se atreve cuando la cuestión se plantea de forma adecuada: ¿Qué ocurrió en este país para pasar de un superávit enorme a un déficit más enorme aún?

En septiembre de 2000, el superávit acumulado en esta nación se consideraba cercano a los cinco billones de dólares, durante la próxima década. La interrogante entonces era qué hacer con tanto dinero. Mientras Gore favorecía colocarlo en un lugar seguro —para asegurar los beneficios de retiro—, Bush propugnaba revertir parte de esos fondos a los bolsillos de los americanos.

La situación actual es muy diferente, no imaginable entonces. Al finalizar este año fiscal, la nación enfrenta un déficit —que se extenderá durante la próxima década— no inferior a los cinco billones de dólares. ¿Cómo ha podido evaporarse una cantidad tan astronómica de dinero? El cambio de más en menos de una cifra tan colosal es la mayor desaparición de dinero en la historia de la humanidad. Que Bush lo haya logrado —y aún siga tan campante— será analizado por las generaciones futuras como una prueba irrefutable del grado de irresponsabilidad a que puede llegar un gobernante y la pasividad asombrosa de un electorado.

No hay ataque terrorista, guerra o recesión económica que sirva para justificar —ni siquiera a medias— tal debacle económica. En cualquier país latinoamericano, hace tiempo que se estuviera exigiendo la renuncia del mandatario. Bush lo ha conseguido mediante un presupuesto que estipula un recorte fiscal destinado a los sectores más opulentos de la sociedad, enmascarado en un plan de reembolsos modestos —o mínimos— a las familias trabajadoras. Ha utilizado los ataques terroristas para justificar ese déficit, al tiempo que solicita un incremento sin precedente de los gastos militares y un aumento del gobierno poco acorde a los ideales republicanos.

A la pregunta del gobernador de la Florida, sólo cabe una respuesta directa respecto a este país: sin la presidencia de Bush, el ciudadano norteamericano estaría ahora menos endeudado y sería más libre.

¿Y el resto del mundo? No resulta fácil ser tan enfático. Europa y Estados Unidos estarían menos divididos. El panorama latinoamericano y cubano no serían muy diferentes, porque la influencia de la administración norteamericana en estas áreas no ha sido determinante hasta el momento, por no decir prácticamente inexistente respecto a la frontera sur del país.

Respecto a la Isla, el levantamiento del embargo no ha ganado la fuerza necesaria en el Congreso para llevar al Presidente a ejercer su anunciado veto a la medida, y la política migratoria continúa siendo la misma que la de su predecesor. Es en el Medio Oriente donde los errores de Bush se hacen más evidentes a diario. El aislacionismo norteamericano tiene como contrapartida el incremento de la globalización terrorista islámica, iniciada antes del período presidencial actual.

A casi un año de una nueva elección presidencial, el futuro político de Bush no luce muy alentador. Pero muchas cosas pueden ocurrir en estos doce meses y algunos días. No se puede afirmar si el actual mandatario será reelecto. De lo que no cabe duda es que no cambiará su política de beneficiar a los poderosos, eliminar las regulaciones que protegen el medio ambiente y continuar con el tono belicista.

De mantenerse las condiciones mundiales actuales, el factor económico será determinante. Es posible que terroristas ocultos cambien de nuevo el rumbo de la nación. Entonces resultará imposible imaginar un mundo sin Bush: ocho años son suficientes para cambiar definitivamente el destino de esta nación y el planeta. Lo que sí se puede afirmar es que no será un mundo mejor, salvo para unos pocos.

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