www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/4
 
¿Tolerancia e intolerancia en Cuba?
por JOSé PRATS SARIOL, México D.F.
 

La caracterización de los filotiránicos que apoyan al terco gobierno cubano avanza con precisión en el brillante estudio de Mark Lilla. Al leerlo, pensé constantemente en la fauna "orgánico-gramsciana" —por suerte cada día más escasa— que padece mi país, la nueva Siracusa anclada en un modelo comunista, parapetada en estructuras caudillistas de dirección, con una población envilecida entre "inventar", "escapar", "murmurar", y para colmo más dependiente que nunca antes del vecino norteño.

Escritor Galeano
Escritor Eduardo Galeano: ¿Partidario de Dionisio o filotiránico?

Unos cuantos Martin Heidegger —nazi aborrecible— todavía avergüenzan la historia cultural de mi patria. Pero las razones de su existencia comienzan a esclarecerse —ya venían adquiriendo contornos precisos en obras como Masa y Poder, de Elías Canetti, y La distinción, de Pierre Bourdieu. El humanismo progresa en sus diagnósticos.

Parece —contra lo que la falacia del sentido común sostenía— que la Ilustración viene a ser la madre putativa de las tiranías modernas. Así lo creía Isaiah Berlin. Con ella surge la nacionalidad cubana, nuestros primeros balbuceos intelectuales, mientras los capitanes generales españoles no dejaban de tiranizar a la población criolla y los esclavos negros y chinos cortaban caña. Nuestras tradiciones nunca han podido escaparse del ordeno y mando en castellano, inglés, ruso o cubano…

"Berlin sostiene, sobre todo, que el rechazo a la diversidad y el pluralismo encontró su principal alimento en las más importantes corrientes de la tradición intelectual occidental que comienza con Platón y termina con la Ilustración, antes de dar sus frutos políticos en el totalitarismo del siglo XX" —como apunta Lilla.

El culto a la razón, razona cualquier "realidad", llámese gulag o cualquier cárcel cubana, donde cientos de presos de conciencia infraviven ahora mismo —como han denunciado organizaciones apolíticas del prestigio de Amnistía Internacional, Human Rights, Reporteros Sin Fronteras, el Pen Club y decenas de organizaciones no gubernamentales de todo el mundo; junto a personalidades tan dignas como Su Santidad el Papa Juan Pablo, el actual director de la UNESCO, Koichiro Matsuura, o escritores insobornables de la talla de José Saramago, Günter Grass, Carlos Fuentes, Antonio Muñoz Molina.

Ideología, religión y filotiranía

Otro argumento insiste en el impulso religioso como causa de la filotiranía. No son excluyentes. Algunos intelectuales adheridos al régimen cubano son católicos practicantes. La "fuerza de lo irracional" —como distinguiera Ortega y Gasset en La rebelión de las masas— abre un manojo de causas a considerar en la vergonzosa filiación, sobre todo su deslinde entre creencias e ideas, de corte fenomenológico.

Conozco varios escritores e historiadores en Cuba que han incorporado el mito revolucionario como un acto de fe sin trampas, como creencia sin idea. El mesianismo aún les hace cabriolas apocalípticas. Lilla cita el decisivo libro The Pursuit of the Millenium, de Norman Cohn, donde "demostró la importancia de las eclosiones de milenarismo revolucionario y de anarquismo místico ocurridas en Europa entre los siglos XI y XVI, y trazó después el paralelo entre las fantasías escatológicas de este período y las del siglo XX".

La ideología —¿falsa conciencia?— como sustituta de la religión, en otro sentido, pudo convertirse en un país sin sólidas tradiciones democráticas y con una precaria sociedad civil, en culto a la tiranía. La ingenuidad teleológica pudo hallar un sucedáneo, personalizar el sueño sin ver la pesadilla. Las migraciones de la religión a la política también ejercen en Cuba un decisivo papel.

La filotiranía de ciertos intelectuales que conocemos con nombre y apellido parece responder a este ciego impulso idolátrico. El imaginario sólo sustituye la figura, comete un solipsismo. Los que nos arrodillamos ante Dios solemos ser más propensos a arrodillarnos ante un Comandante en Jefe. Tan fácil. Tan demoledoramente fácil.

Pero dentro de la mezcla entre la saga racionalista y la extrapolación religiosa también se encuentran dos lugares comunes que provienen de la psique: la culpa ajena y la autolástima. En Cuba, durante todo el pasado siglo, se recrudeció la transferencia de culpas, sobre todo, abrumadoramente, hacia el "imperialismo yanqui". Y no es, por supuesto, que se nieguen las errores y abusos de los gobiernos norteamericanos hacia nosotros —como el arrogante embargo que, sin querer, legitima aún más la represión interna—, sino la cacareada acusación de que en Washington se comen cada uno de los platos de nuestra miseria.

1. Inicio
2. La caracterización de...
3. Cómplices de la...
4. ¿Mejoras fragmentarias...?
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
El affaire mexicano
NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
Dos regímenes al desnudo
JESúS SILVA-HERZOG, México D.F.
Cuba... desde México. Entre la nostalgia del pasado y el miedo al futuro
JORGE G. CASTAñEDA, México D.F.
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir