www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 4/4
 
¿Tolerancia e intolerancia en Cuba?
por JOSé PRATS SARIOL, México D.F.
 

¿Mejoras fragmentarias?

Cuando el relevante historiador mexicano Enrique Krauze comenta el libro de Lilla ("El intelectual filotiránico", Letras Libres, Marzo 2004, Año VI, No. 63), apunta que el discípulo de Daniel Bell supo caracterizar el "coro filotiránico" porque identificó cada uno de los matices del totalitarismo. Algo así aún falta por hacer —mutatis mutandis— en Cuba.

Coincido con Krauze: "La situación del intelectual a principios del siglo XXI no es halagüeña. Es casi imposible dialogar con el 'coro'; sus premisas nihilistas, relativistas y cínicas —el discurso sobre el orden liberal caduco y opresivo— impiden la comunicación". Pero si ese es el desértico paisaje del mundo, ¿qué pensar de Cuba? Lilla confía en la supervivencia de la "tenue corriente liberal" asociada a Tocqueville. Afirma: "Lo que marcó a esta asediada tradición liberal fue su lucidez frente a las pasiones políticas modernas y antimodernas que nacieron de la revolución, y su compromiso con una política de mejoras fragmentarias (meliorism) en una era poco menos que ideal".

Pero yo no sé —lo confieso angustiado— dónde hallar entre cubanos —dentro y fuera del país— adjetivos como "tenue". Las intolerancias lo impiden —y aquí incluyo a ciertos sectores trogloditas del exilio— sobre la esta vez sí tenue sobrevivencia de la tiranía. No puede haber "mejoras fragmentarias" hasta que el totalitarismo no se hunda en el Estrecho de Florida o estalle sobre el Pico Turquino de la Sierra Maestra, quiera Dios que pacíficamente.

¿Tolerancia e intolerancia en Cuba? —dura pregunta… Termino el ensayo lleno de dudas sobre la transición, allí donde la misma interrogación no debe teñirse de los apasionamientos que ahora nos impiden ver bien, ver claro. Si Emile Ciorán hubiese sido cubano, su Breviario de podredumbre sería una enorme enciclopedia. Él decía que "la honestidad absoluta es un acto de histeria". Debe ser verdad.

Como todos los cubanos estamos histéricos ante las certidumbres del derrumbe y las incertidumbres de lo que va a pasar después, nos cuesta demasiado trabajo ser absolutamente honrados, mirar sin espejuelos cuyos lentes siempre tienen un matiz intolerante. Creo que a partir de esa certeza, es desde donde se pueden abrir las puertas y ventanas de la tolerancia. De la tolerancia sin hipocresías ni manipulaciones.

El sacrificio de Jesús: la única revolución válida

Ser tolerantes comienza con uno mismo —diría Perogrullo. O contra uno mismo —si nos hiciéramos un examen de conciencia a fondo. Las aspiraciones de una nación donde la tolerancia sea tan imprescindible como la independencia, jerarquizan los axiomas morales sobre los políticos. Así debe de ser. Y tal vez allí la doctrina social cristiana, sobre la base de los Evangelios, debe llevar la voz ante los vacíos que en filosofía social se han producido, tras la mal llamada posmodernidad.

Bondad y misericordia parecen inamovibles, junto a la caridad que sobrepasa a la solidaridad porque no exige nada a cambio. El sacrificio de Jesucristo por nosotros fue la única revolución válida, resonante. Desde Él la tolerancia —sin olvidar su precaria historia y los abusos que en nombre de Dios se han cometido— sí puede convertirse en pan de cada día para Cuba, para olvidar lo que a lo mejor nos merecíamos, para no convertirnos en estatuas de sal y empezar, recomenzar con las menos intolerancias posibles.

Uno de los pocos escritores cubanos fuertes e independientes, Virgilio Piñera, escribió hace más de medio siglo un poema emblemático, de exactas caracterizaciones y premoniciones. Lo tituló La isla en peso. Y nos da algo esencial contra la tristeza pesimista: el rechazo a la solemnidad. Pero allí mismo se lamenta en un verso oracular: "¡País mío, tan joven, no sabes definir!".

¿Me atrevería a definir la tolerancia como salvación? Virgilio Piñera no la menciona, pero quizás algo de ella está a la encáustica en los versos finales de La isla en peso, cuando dice: "un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir,/ aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,/ siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla,/ el peso de una isla en el amor de un pueblo".

1. Inicio
2. La caracterización de...
3. Cómplices de la...
4. ¿Mejoras fragmentarias...?
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
El affaire mexicano
NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
Dos regímenes al desnudo
JESúS SILVA-HERZOG, México D.F.
Cuba... desde México. Entre la nostalgia del pasado y el miedo al futuro
JORGE G. CASTAñEDA, México D.F.
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir