www.cubaencuentro.com Jueves, 27 de mayo de 2004

 
  Parte 3/4
 
La insoportable banalidad del mal
Torturas en Abu Ghraib: ¿Cuáles son las lecciones que de esta ignominia pueden aprenderse en cualquier lugar del mundo?
por JUAN ANTONIO BLANCO, Ottawa
 

Si bien toda guerra representa una invitación a la brutalidad, el Derecho Internacional Humanitario y el conjunto de estándares universales de derechos humanos se elaboraron para contener sus expresiones más salvajes y atroces. Desde la prohibición de usar determinado tipo de armas, hasta el trato que se debe impartir a los prisioneros de guerra. Los sucesos ocurridos en Abu Ghraib constituyen indiscutibles crímenes de guerra bajo el Derecho Internacional.

Pese al valor del informe rendido por el mayor general Antonio M. Taguba, las sanciones solicitadas hasta ahora para los acusados —todos de menor rango— no incluyen su encausamiento por la vía criminal. ¿Puede liquidarse la atención a lo ocurrido sancionando con bajas deshonrosas y medidas similares a un puñado de militares de la más baja graduación y separando del Ejército a la general de brigada Karpinski? ¿Son ellos los únicos responsables de estos hechos?

El mundo entero debe refrescar las lecciones olvidadas. Estas cosas ocurren cuando las máximas autoridades de una nación movilizan sentimientos de subvaloración y odio contra las personas sospechosas de integrar el grupo "enemigo" y las despojan de todo derecho, cuando propician el sentimiento de impunidad entre aquellos en posición de violar derechos de otros seres humanos, cuando tienden un manto de opacidad sobre sus sistemas penitenciarios y centros de detención, cuando se resisten a todo monitoreo independiente, y cuando educan en el culto irrestricto a la autoridad, hostigando o penalizando a quienes osan levantar su voz contra cualquier atropello.

En sociedades totalitarias la verdad llega a saberse plenamente sólo cuando el régimen se transforma —por una vía u otra— en una sociedad abierta. Es entonces que muchos declaran que no sabían los detalles o "absolutamente nada" de lo que venía sucediendo, o que cumplían órdenes de mandos superiores impartidas desde de la represiva legislación vigente y sancionadas por los tribunales del momento.

En una sociedad abierta como la estadounidense "no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo". Mucho menos en la era de la información y de Internet. La realidad emerge temprano o tarde.

Demasiado tarde

A solicitud del general Richard B. Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto del Pentágono, la CBS retuvo por dos semanas, en el mes de abril, la denuncia de 60 Minutos. Pero las fotos —que al parecer también circularon vía e-mail en Internet— decidieron finalmente a CBS trasmitir su reportaje. Los políticos de la oposición demócrata escarban ahora en el escándalo, en parte como indignados ciudadanos y en parte buscando municiones electorales. El "sistema" había demostrado ser insuficiente para prevenir los abusos, aunque seguía en pie para detectarlos y debatirlos.

Lamentablemente era demasiado tarde para quienes hoy están muertos o pasaron por las sesiones de tortura. Sin embargo, este trágico episodio aún puede derivar en algo positivo, con valor permanente, si se aborda de manera responsable y amplia por la sociedad estadounidense.

Lo que preocupa a muchos en EE UU es que la actual administración, en su llamado a la "guerra" contra el terrorismo, ha fomentado la creación de un contexto adverso a la protección de derechos humanos. Si eso es grave respecto a las libertades públicas, es aún más delicado en el ámbito del sistema penitenciario. Al generarse una cultura política y administrativa que privilegia la autoridad del carcelero sobre los derechos de aquellos bajo su custodia, se fomenta una percepción de impunidad que puede transformar rápidamente los episodios de brutalidad en patrones cada vez más extensos y permanentes del sistema penitenciario.

Aunque la gravedad de lo reportado no se equipara a lo sucedido en Abu Ghraib, hay informes de la Cruz Roja Internacional sobre lo que ocurre en la Base Naval de Guantánamo, y muchos otros de Human Rights Watch sobre las prácticas carcelarias en prisiones en EE UU que el presidente Bush debería leer a la mayor brevedad. Sobre todo, cuando acaba de declarar que estas cosas no ocurren en los EE UU "que él conoce".

1. Inicio
2. El 20 de marzo...
3. Si bien toda...
4. En ese sentido...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Hacia el cambio sin cambio
ARMANDO AñEL, Warwick
¿Un rey de corona verde oliva?
MICHEL SUáREZ, Madrid
La muerte indócil de José Martí
MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir