Si bien es cierto que La Habana está empeñada en mejorar su imagen internacional, lo más que podrá lograr es brindarle argumentos a los convencidos. En estos momentos hay que destacar —algo que se ha hecho poco— que los triunfadores de esta batalla por despojar a la Plaza de la Revolución del mito de una revolución justa y generosa son los disidentes.

No hubo "autocríticas" durante los juicios. Nadie se declaró un "agente del enemigo". La humildad de los hogares de los disidentes —que de nuevo ha relucido en las fotografías de la prensa internacional—  hablan muy en alto del desinterés de estos opositores. Por otra parte, el papel desempeñado por las madres, esposas e hijos de los encarcelados ha sido de una importancia que aún no acaba de reconocerse en su justo valor y trascendencia. Las mundialmente conocidas "Damas de Blanco" han escrito un nuevo capítulo en la lucha pacífica contra el régimen. Una forma de reclamar los derechos humanos surgida en los momentos más difíciles de la represión.

El fin de una ilusión

Cuando Castro detuvo a los miembros del Grupo de los 75, no sólo intentó poner fin a la esperanza de un cambio en la Isla. De igual forma, trató de ponerle freno a una evolución —dentro del exilio y en EE UU— favorable a una línea que no estuviera fundamentada en la confrontación, la cual por otra parte se había limitado casi por completo a la retórica.

El ataque no se limitó a los opositores, que realizaban denuncias o buscaban cambios pacíficos, sino también a quienes se manifestaban en favor de una mayor cercanía entre La Habana y Washington. Veinte meses más tarde —con la liberación a cuenta gotas de algunos detenidos— parece estar culminando el proceso iniciado en marzo de 2003.

En un país totalitario, no sólo se reprime a un movimiento encarcelando a sus miembros. También se destruye un ideal liberando a estos meses más tarde. En ambos casos, la vida de quienes fueron injustamente encarcelados está por encima de cualquier consideración política. Una revolución puede ser una cantera de héroes. Un movimiento opositor no debe convertirse en una fábrica de mártires.

La salida de prisión —condicionada a una "licencia extrapenal" por motivos de salud, que no anula la condena sino la deja pendiente sobre la cabeza del hasta ayer preso— se traduce en una maniobra de control policial: el "liberado" está prácticamente sin alternativas y bajo la amenaza de un nuevo encierro en cualquier momento.

Se trata de una jugada política que debe contemplarse en conjunto con las medidas tomadas por la Casa Blanca antes de las elecciones presidenciales de noviembre. Mientras Washington ha ido agotando las pocas alternativas que le quedaban frente al régimen de La Habana, Europa debe buscar nuevas vías que no anulen el diálogo, aunque lo condicionen a pequeños triunfos.

Para EE UU, la libertad de Cuba fue durante este año otro tema de campaña. La estrangulación económica del régimen —una estrategia política por otra parte errónea— se ha visto condicionada hasta el momento por dos factores de interés nacional: las compras al contado de productos agrícolas y la vigencia de los acuerdos migratorios. Hay que ver en los próximos meses si ambas barreras se mantendrán firmes.

Aislamiento norteamericano

La explicación del mecanismo de profilaxis represiva —enunciado por Rivero— permite la especulación en otro sentido. La posibilidad de que Castro esté preparando el terreno para excluir por completo —o anular en gran parte— la participación política de Miami en los futuros acontecimientos políticos de la Isla.

La situación internacional es actualmente mucho más favorable a Castro que hace cuatro años. Cuenta ahora con la ayuda segura del presidente venezolano Hugo Chávez, consolidado en el poder. También con un renacimiento de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica y un rechazo mundial a los dictados de Bush.