www.cubaencuentro.com Jueves, 27 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
El peligro de las predicciones
¿Podemos aspirar a una historia de Cuba equilibrada, con todas las verdades y sin preponderar una de ellas?
por MARIO A. MARTí BRENES, Zaragoza
 

He leído con sumo interés la entrevista titulada La excelsa predestinación de Cuba, concedida a Encuentro en la Red por el escritor cubano Miguel Sales.

J. Martí
Martí: ¿nos hizo bien y mal por igual?

Los análisis que a menudo se publican sobre Cuba, su realidad social e histórica, tienen invariablemente un denominador común: están llenos de aporías que se tienden a resolver por medio de entelequias, a ratos magistralmente formuladas. Y ya sabemos desde los sofistas griegos que se puede argumentar con brillantez una supuesta inminencia que no ha de pasar jamás; también es muy popular el viejo adagio: "esperar y aguardar vuelve a algunos locos de atar".

Y es que la exploración histórica con pretensión de pronóstico meteorológico no funciona por más que los cubanos nos demos a ella.

No es que esté mal ese ejercicio. Es inevitable porque el ser humano es constitutivamente proclive al futuro. Pero el hombre no ostenta la facticidad mineral del hecho consumado; es en tanto deviene, es posibilidad de llegar a ser. El sujeto no coincide con su predicado. Y es que el instante genesíaco del hombre no se ubica ni en el pasado ni en el presente, sino en el futuro (estas ideas no son mías sino de Ernest Bloch, como habrán ya adivinado). De aquí la causa de tan marcado interés por saber lo que pasará (y de tantos fracasos en el intento).

Porque en cualquier composición de futuro se dan cita dos elementos dialécticamente referidos y armónicamente conjugados: el elemento continuidad y el elemento novedad. Así pues, todo futuro auténtico ha de contener cierta dosis de continuidad; es cierto. Por eso, para manipular las conciencias y la visión de futuro de los cubanos, desde mucho antes de Fidel Castro, hemos sido bombardeados inmisericordemente con una interpretación interesada del pasado, incluso con la fabricación de un pasado que nunca existió. Aquí vale lo que se decía con sarcasmo sobre la ex URSS: "el país donde el futuro se conoce, pero el pasado cambia constantemente".

La Cuba extraviada

La manipulación histórica no le es exclusiva, pero llega en Fidel Castro a cotas inimaginables. Se le han facilitado mucho las cosas. La salida de Cuba de más de dos millones de cubanos: las clases dirigentes de la República previa, casi todos los sectores de la burguesía, la clase media, los profesionales y un número considerable de obreros muy bien calificados, ha desangrado al país y, sobretodo, su cerebro, desvinculando a muchos cubanos con eso que se suele llamar memoria viva.

Por cada uno que se ha ido, se perdió un segmento de la historia nacional vivida por ese ser humano. Por cada uno que se fue se ha perdido también su descendencia biológica. Podemos, sin especular, concluir que Cuba extravió a muchos millones de habitantes del sector más preparado. Y lo que es más importante, extravió piezas enteras de ese alucinante mosaico de nacionalidades y culturas que era la Cuba prerrevolucionaria. Esto es muy malo para todo, pero para la construcción de la memoria colectiva es fatal.

Los cubanos siempre utilizamos tópicos como "proceso de surgimiento de la nacionalidad", "nacionalidad cubana" (a la que invariablemente llamamos "ajiaco"), y por este camino hay muchos lugares comunes. Tomamos a José Martí, Fernando Ortiz o Ramiro Guerra (y sólo por mencionar a algunos) como palabra de Dios.

Sobre todo lo de "ajiaco" es para preocuparse: ¿una cosa tan compleja como la cubanidad se puede reducir a una receta culinaria?

En los años sesenta había un profesor en la Universidad de La Habana, uruguayo él, que me dijo un día cuando le manifesté algunas inquietudes: "Mira, si quieres entender la historia de Cuba, léela como parte de la historia de España. Confieso que fue para mi una iluminación. Y es que fuimos parte integrante de España hasta 1898, por más que se quieran argumentar las diferencias a partir de hechos coyunturales y con la diacronía del progreso entre ambas partes de la nación. También entre las partes integrantes de otros países hay enormes diferencias a veces.

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