www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de febrero de 2003

 
  Parte 1/2
 
Interminable tiempo muerto
¿Qué significa 'redimensionamiento de la industria azucarera'? ¿Qué alternativas ofrece el cierre de cerca de la mitad de los ingenios con que cuenta el país?
por LEONARDO CALVO CáRDENAS, La Habana
 

El inicio de la zafra azucarera —acontecimiento económico de especial trascendencia en Cuba— estuvo marcado este año por un hecho significativo: el desmantelamiento de casi la mitad de los centrales con que cuenta el país.

Central
Tiempo muerto en el Central Chile.

Desde su infancia los cubanos conocen la importancia capital de la industria del dulce, por siglos base de la economía nacional. Saben que desde finales del siglo XVIII la Isla fue el primer exportador mundial y que a partir de ello se desarrolló una riqueza a la que la metrópoli se resistía a renunciar, y una encumbrada sacarocracia cuyo poder económico y grandeza cultural no bastó para completar un proyecto de nación largamente acariciado.

Al calor y sonar de los trapiches se forjó también un movimiento obrero combativo, cohesionado y pujante, que fue vanguardia de las luchas sociales en Cuba y tuvo su punto culminante hacia mediados de la década del 40, cuando obtuvo de los propietarios el pago del llamado Diferencial Azucarero, conquista que resume y complementa otras muchas alcanzadas en la primera mitad del siglo XX.

Junto a estas realidades, que conforman la memoria y cultura criollas, los cubanos aprendieron lo que era el "tiempo muerto", ese período entre cosechas en que escaseaba el trabajo y aumentaban las carencias monetarias.

La revolución de 1959 se impuso acabar con el latifundio, el monocultivo, el monomercado (Estados Unidos) y el tiempo muerto, males condicionantes de unas desigualdades y desequilibrios que empañaron los reales avances económicos de la primera mitad del siglo. El latifundio privado —muchas veces eficiente— fue sustituido por el latifundio estatal (85% de la superficie cultivable), con su lacerante secuela de falta de iniciativa e interés individual. Las transformaciones "radicales" no devolvieron la tierra a los productores, y el voluntarismo y la improvisación se apoderaron de la economía, impidiendo que la nación abandonara el mocultivo. La dependencia casi parasitaria de la Unión Soviética implicó que nunca fuera erradicado el lastre del monomercado.

Cuando a principios de los 90 se derrumbaron los artificiales vínculos con los distantes camaradas ideológicos, el alto liderazgo expuso su plan: El desarrollo acelerado de la por tantos años paralizada industria turística y de la entonces muy novedosa biotecnología, el fortalecimiento de la industria azucarera y un ambicioso y desangrante "programa alimentario", consistente en masivas y costosas movilizaciones de inexpertos trabajadores voluntarios. El publicitado plan sería la fórmula mágica para sustituir las desmanteladas relaciones económicas que se sustentaron en intereses políticos y millonarios subsidios.

1. Inicio
2. Después...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Descapitalización a la cubana
OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana
Yo no hablo con muñecas
RAúL RIVERO, La Habana
La larga marcha atrás del ferrocarril cubano
MICHEL SUáREZ, Valencia
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir