Luisa Díaz, de 21 años, tuvo la mala suerte de parir a los seis meses. Cuando llegó a casa comenzó el corre-corre: debió pedir una cuna prestada, el mosquitero y toda la parafernalia imprescindible para un lactante.

Tras el paso del huracán Lili.

Separada de su esposo, Díaz trabaja en una fábrica de cocinas. Su magro salario de 240 pesos no le alcanzaba para comprar en el mercado subterráneo los enseres de la canastilla.

El Estado hincha el pecho cuando de natalidad y atención a las embarazadas se trata. Cierto que el médico da un seguimiento constante a las futuras madres. Y si tienen déficit alimentario se les refuerza la dieta otorgándole el derecho a almorzar en comedores de empresas. Pero sólo a las 37 semanas (después de los siete meses) es que el Gobierno de Fidel Castro da la posibilidad de comprar, a precios módicos, un grupo de artículos imprescindibles para el primer tiempo de vida del bebé. El módulo consta de 10 metros de tela antiséptica (para hacer pañales), cuatro jabones, una toalla y dos mudas de ropa. Nada más.

"Es obvio que no alcanza. La cuna, el coche y otras cosas tienes que comprarlas con dólares. O que un familiar cercano te lo preste", señala Ana Rosa (31), madre de una bebita de seis meses.

No todos en la Isla pueden comprar la canastilla con moneda dura: una cuna cuesta 85 dólares (2700 pesos), el salario de casi un año de una obrera. El coche, entre 30 y 80 dólares. Un colchón de goma, 35, y los paquetes de pañales desechables entre 6 y 15 dólares. Y sólo es el comienzo.

Ropas y artículos de aseo para bebés sobran en las tiendas dolarizadas. Pero apenas existen en los establecimientos en moneda nacional, que deberían garantizar lo necesario para un recién nacido.

A las embarazadas, el Gobierno les vende 2 libras de leche en polvo al mes y 5 libras de pollo. "Pero en teoría. A mí, por ejemplo, sólo me despacharon la mitad de la cuota de leche y el pollo venía cada 3 meses", asegura Carmen Pérez (26), quien dio a luz hace poco más de un mes.

Otro fenómeno es el peso corporal de los recién nacidos. La pediatra Noelia Fuentes no cree exagerar si afirma que una de cada tres criaturas nace por debajo del peso idóneo de 2500 gramos establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los recién nacidos. "Ninguna atención médica puede suplir una alimentación incompleta", sostiene la doctora.

Yamila Quintana, de 37 años, recuerda que en los años más duros del período especial comía maní para aumentar la leche materna, y su madre le cedía alimentos que amigos extranjeros le compraban.

Cuando el bebé llega a casa comienza otra historia. Conseguir alimentos, ropa, zapatos, juguetes, es un problema sin solución para muchos. "Entre la canastilla y el segundo año de vida se necesitan no menos de 600 dólares, sólo para que el niño tenga una existencia llevadera", dice José Arias, con dos vástagos de cuatro y siete años.

Sacando cuentas: 600 dólares son más de 15.000 pesos, el salario de un médico en tres años. Las mujeres suelen enfrentarse a una seria disyuntiva: o tienen un bebé y lo crían de forma precaria, o se casan con un hombre que tenga dinero y le haga la vida más fácil.

La fórmula del exilio también funciona. Es decir, tomar el teléfono y llamar a Florida, enternecer a parientes y amigos y que éstos corran con los gastos. Otras soluciones son más drásticas. Mayra Roque (23) no piensa tener hijos hasta que la economía nacional mejore. Ella no es la única.

Aunque no hay cifras fiables, la natalidad en la Isla ha disminuido sustancialmente. Tener un bebé en la Cuba del siglo XXI es un sueño, aunque para muchas madres no sea cosa de juego.