Miles de devotos rindieron tributo a San Lázaro esta semana en las dos iglesias de Miami donde es venerado: una según el rito católico romano y otra al estilo popular y sincrético en que se identifica con el orisha Babalú Aye.

Hialeah: Procesión de San Lázaro (Pedro Portal).

Llevando flores, cakes, sus ahorros en centavos y sus perros, miles comenzaron a visitar desde el martes El Rincón de San Lázaro en la ciudad de Hialeah, donde se concentra el mayor porcentaje de hispanos en todo Estados Unidos, en su mayoría cubanos.

El Rincón, en el este de la ciudad, es un templo mucho más pequeño que el de La Habana, pero situado en un área muy poblada. La imagen del santo, al estilo popular —el mendigo sangrante, en muletas y acompañado por perros— tiene estatura humana y está protegida por una urna de cristal.

Al igual que en Cuba, la festividad religiosa de San Lázaro es muy popular en Miami. Las celebraciones comenzaron desde la tarde del martes, tanto en las dos iglesias como en casas y salones de fiestas.

Una de las celebraciones privadas la ofreció el martes el empresario cubanoamericano Orestes Pupi García, dueño de A Matter of Taste, empresa que organiza fiestas.

Pupi, quien llegó de Cuba cuando era un niño, en la década del sesenta, alquiló para su familia y amigos el Club de Mujeres del elegante barrio Coconut Grove.

El salón estaba presidido por la imagen del santo al que se le atribuyen curas milagrosas. Poco antes de la medianoche, los invitados comenzaron a encender pequeñas velas y a rezarle. Ya 17 de diciembre, el grupo cubano Dan Den rompió a tocar la canción que lo hiciera famoso en Cuba: "Viejo Lázaro/ misterioso San Lázaro/ líbrame de las penas/ que agobian al ser humano".

Ese mismo martes, en El Rincón de Hialeah, se realizó una ceremonia de bendición de perros y otras mascotas, y a las 11 de la noche comenzó la misa de la víspera del Día de San Lázaro, el 17 de diciembre. El templo permaneció abierto toda la madrugada, repleto de flores. El miércoles hubo una misa solemne al atardecer, en una carpa al aire libre al lado del templo.

En el interior del pequeño santuario, los devotos, muchos con pequeñas imágenes del santo, vestidos con prendas color violeta, o confeccionadas en yute, y algunos descalzos, se arrodillaban frente a la estatua, encendiéndole pequeñas velas. Otros vaciaban sus ahorros en centavos en las urnas dispuestas frente al altar.

A diferencia de lo que sucede en Cuba, en El Rincón de Miami es raro ver a personas cumpliendo promesas imponiéndose proezas físicas. La noche del miércoles, apenas dos personas entraron arrodilladas al templo. La diferencia podría estar en que el templo de Miami se encuentra en una zona residencial, con mucho trafico de vehículos, mientras que el templo cubano se halla a 30 kilómetros de la capital, con acceso por una carretera intrincada de escaso tránsito.