www.cubaencuentro.com Lunes, 14 de junio de 2004

 
   
 
Entre la espada y la pared
Las nuevas medidas económicas del gobierno no han engañado a los cubanos: florecen las manifestaciones, a la vez que crecen el descrédito y la burla.
por MIRIAM LEIVA, La Habana
 

El pueblo de Cuba no cree en los pretextos del gobierno para ahogarlo más en la miseria económica y social. Las palancas políticas se quiebran y las autoridades tienen que movilizar a más de media Isla para efectuar una manifestación "contra el imperialismo" en La Habana.

Tiendas
Alza de precios en tiendas: ¿reajuste u oportunismo?

El gobierno adoptó el pasado 23 de mayo medidas económicas extraordinariamente lesivas para el estómago de los cubanos. En el país, la moneda nacional ha perdido su valor, los salarios promedio en moneda nacional llegan a unos 11 dólares y las pensiones a 4, y sólo una reducida parte de los ciudadanos recibe el billete verde, fundamentalmente gracias a la solidaridad de sus familiares y amigos del exterior, o por laborar en el sector dolarizado.

Pero los incrementos de precios en el mercado en divisas para adquirir la mayoría de los artículos básicos, subieron del 10% al 25%. Según el anuncio de la Comisión Gubernamental de Reestructuración y Atención a los Precios del Mercado Minorista en Divisas, el aumento promedio fue del 15,4%.

La conmoción tuvo su inicio el 10 de mayo, cuando en una mesa redonda de la televisión se leyó la nota oficial del gobierno anunciando el cierre de las tiendas a partir del día siguiente, a fin de ajustar los precios. Únicamente se mantuvo la venta de productos comestibles y de aseo personal, considerados de primera necesidad.

Esa noche, la población se lanzó a las tiendas que aún permanecían abiertas para adquirir las mercancías al alcance de su menguado bolsillo, o para acaparar. A la mañana siguiente se produjo un frenesí delante de los establecimientos, con grandes colas y el reforzamiento de la policía, incluyendo brigadas especiales con perros, particularmente en las zonas densamente pobladas de la capital, como el municipio de Centro Habana.

Se comenta que también se aprovechó la ocasión para embestir contra la corrupción rampante. En las tiendas se efectuaron inventarios con el pretexto de acceder a "un meticuloso e ininterrumpido trabajo de análisis y revisión de los precios de decenas de miles de mercancías y servicios diferentes, el complejo proceso de determinación de los nuevos precios y el subsiguiente "reetiqueteo" de decenas de miles de artículos presentes en los más de 5.000 establecimientos que componen el mercado minorista en divisas…", según la Información al pueblo publicada por el diario Granma el 24 de mayo.

El manido 'enemigo externo'

La economía cubana se encuentra en picada desde hace años. El gobierno ha pretendido justificar las drásticas decisiones adoptadas con el manido pretexto de las agresiones del enemigo externo.

En esta ocasión, su necesidad era tan urgente que no esperó a que la administración de Estados Unidos implantara las recomendaciones para un plan de asistencia a la transición en Cuba. Tan pronto como la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre entregó al presidente Bush el proyecto, las autoridades de la Isla comenzaron a aplicar sus decisiones, seguramente preparadas con bastante antelación, y que sólo esperaban la primera oportunidad.

El proyecto norteamericano, sin dudas, resultó la nueva coartada. Aunque, la mejor forma de ayudar a la transición en Cuba sería permitir viajar libremente a los ciudadanos de ambos países (en el caso de los norteamericanos, a la Isla) y levantar un embargo que únicamente ha servido al gobierno de Cuba como pretexto para justificar su bloqueo interno. Una situación que ha derivado en la crisis económica, política y social prevaleciente, además de emprender una mayor represión contra la población y, en particular, la oposición, protagonista de la transición iniciada hace tiempo por la sociedad civil emergente.

Ahora, el pueblo cubano no ha sido ciegamente engañado. La doble moral entronizada desde hace muchos años se revierte. Unos sacan sus dólares de los bancos, otros administran celosamente los pocos que poseen.

El gobierno podrá forzar la asistencia a manifestaciones públicas, pero en la mente y el corazón de la gente, en sus expresiones callejeras, no calla el descrédito y hasta la burla.

Es evidente que las autoridades cubanas están pagando un alto precio político.

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