El experto Manuel Cereijo (Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, Universidad de Miami) ha valorado el petróleo como "el factor más crítico" para la vida socioeconómica de Cuba. No obstante, hay indicios que apuntan hacia la coincidencia de los opuestos, explicada por el cardenal Nicolás de Cusa (1400-64) en su obra De ludo globi (1463). El petróleo podría ser también la solución más fácil.
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Los datos de Cereijo merecen refinarse. "En 1989, Cuba consumió 13 millones de toneladas". Casi todo el mundo sabe que, con el visto bueno del Kremlin, Cuba reexportaba buena parte del petróleo importado antes de la desunión postsoviética. Tampoco el petróleo doméstico, "que a finales de los 80 y principios de los 90 era una posibilidad prometedora, se ha mantenido en unas 1,2 millones de toneladas al año, sin esperanza de que aumente".
Cuba produjo el año pasado 4,3 millones de toneladas de crudo y gas asociado (4% de crecimiento con respecto a 2002). Al precio medio del barril criollo (20,58 USD), estimado por la firma canadiense Sherrit (septiembre de 2003), la industria de hidrocarburos sería la primera de la Isla en valor de mercado (623,5 millones de USD), aunque no influye sobre la balanza de pagos porque toda la producción se consume dentro del país.
Desde luego que la situación actual "es grave, y tiene al país semiparalizado". También la "posible crisis en Venezuela, y la inestabilidad de Irán" han puesto en peligro las únicas fuentes que aceptan como forma de pago el trueque por productos cubanos. Pero la Isla está cifrando ya en sí misma las esperanzas de salir de la crisis.
Crisis y expectativas
Aunque admite "una reserva de alrededor de 1,5 mil millones de barriles, especialmente en el área de Varadero", Cereijo aclara que desde 1993 "más de 1.800 pozos han sido perforados sin éxito [y] se especula que para mediados de 2004 Cuba pudiera instalar una plataforma petrolera en el océano al noreste de La Habana. Esto pudiera provocar un desastre ecológico para las costas de los Estados Unidos y países aledaños a Cuba si se produjera un derrame". A fecha de hoy, la plataforma mencionada ya se encuentra en fase de montaje.
Sin embargo, las pistas en el fondo marino cubano se siguen por las empresas Repsol-YPF y Sherrit, que trabajan de conjunto yacimientos bajo el mar a la altura de Tarragona (España). Asimismo, Repsol sondeó sin objeciones una veta de petróleo (Atwater Valley) de más de 150 metros de espesor, a casi seis kilómetros de profundidad, frente a las costas de Mississippi en aguas jurisdiccionales de EE UU.
Repsol lleva a cabo prospecciones geológicas. Tras identificar los lugares de posible concentración de petróleo con sus estimados, suele afrontar los elevados costos de perforación (sondeo) con ayuda de socios minoritarios, incluyendo empresas norteamericanas. A fines de 2001, la firma española obtuvo del gobierno cubano media docena de concesiones entre las longitudes de Pinar del Río y Varadero. Por el momento hay cuatro zonas de alto interés con los potenciales siguientes en millones de barriles:
- Ocuje (a la altura de Pinar del Río): entre 400 y 950
- Obatalá (frente al Mariel): entre 500 y 2.000
- Yamagua (frente a Santa Cruz del Norte): entre 900 y 2 400
- Caragüito (frente a Matanzas): entre 1.500 y 4.000
El máximo estimado para Caragüito equivale al 15% de las reservas de Libia. La exploración frente a La Habana no ha detectado puntos que inciten a perforar. Los mayores potenciales se hallan frente a los yacimientos costeros donde Pebercan y Sherrit extraen más de la mitad del crudo de la Isla. Sherrit prosigue siendo la principal compañía petrolera que opera en Cuba y dispone de mayor conocimiento geológico. Actualmente explora cuatro zonas (al oeste-noroeste de las concesiones a Repsol) que colindan con la frontera marítima de EE UU.
"En resumen —concluye Cereijo— el petróleo es vital para el desarrollo socioeconómico de Cuba y presenta una verdadera crisis". Mas, bastaría con que una sola de las zonas exploradas al norte de la Isla tuviera el petróleo estimado por Repsol para cubrir la demanda del país y compensar las posibles bajas de Venezuela e Irán en el registro cubano de proveedores de hidrocarburos.
Así como la Isla perdió ya sus atributos geoestratégicos de "llave del Nuevo Mundo" o "fiel de las Américas", por simple efecto del cambio en el espíritu de la época, el decurso crítico de su economía ha dejado de obedecer al azúcar, el petróleo u otro recurso natural para depender ya sólo de la gestión racional de los propios cubanos. La gran crisis parece radicar más bien en otro avatar de aquella vieja noción del cardenal Cusano: la centralización autoritaria de las decisiones económicas con la descentralización anárquica de su ejecución.
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