www.cubaencuentro.com Jueves, 24 de junio de 2004

 
   
 
El taller postergado
¿Qué fue del experimento pagado por Fidel Castro para descubrir una técnica de control del pensamiento?
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

Este año el Taller de Psiquiatría Biológica Cuba-Estados Unidos contó con la participación de unos veinte especialistas norteamericanos de la mente y el cerebro, que no son lo mismo, pero da igual. Se discutieron buenas teorías y mejores prácticas para identificar las causas de las enfermedades mentales, diagnosticarlas temprano y aplicar terapias que incrementen la calidad de vida de los pacientes.

Biologia
Doctor norteamericano Mark Rasenik (dcha.).

El taller propició la novena visita a Cuba del doctor Mark Rasenik (Universidad de Illinois), quien abogó por remover tanto los estigmas sociales de las enfermedades del cerebro como las restricciones de comercio que Washington mantiene contra La Habana. Para el gobierno estadounidense —aseveró Rasenik— el embargo es "un experimento que nunca ha resultado". Asimismo, dijo haber "encontrado (entre cubanos) mentes brillantes". Una de ellas debe ser el vicedirector del Centro de Neurociencias, Pedro Valdés, quien disertó sobre técnicas de neuroimágenes para la exploración del cerebro.

Por esta línea de investigación, Rasenik hubiera dado con otras mentes igual de brillantes, pero relacionadas con experimentos tan infructuosos como el embargo, si el taller hubiera acogido a expertos del laboratorio de superconductividad del Instituto de Materiales y Reactivos (IMRE). Bajo la dirección del doctor Oscar Ares, se ejecutan allí labores muy complicadas con fluidos magnéticos y materiales que casi no oponen resistencia al paso de la corriente eléctrica (superconductores).

La salación periodística de explicar tales cometidos científicos puede inferirse del título mismo de cualquier trabajo del laboratorio, por ejemplo: "crecimiento de capas gruesas de perovskitas con magnetorresistencia colosal por deposición láser". Mas lo que viene al cuento es otro empeño de titular menos engorroso, que nació cuando Ares confió a Fidel Castro, de paso por el IMRE, la prenoción de que estudiar las ondas electromagnéticas cerebrales podría dar pie a novedosas técnicas de control del pensamiento.

Financiamiento de inmediato

El principio es simple: las débiles corrientes eléctricas del cerebro humano generan ondas magnéticas que, si pueden descifrarse, también podrían inducirse para inculcar determinada idea. Enseguida llegaron los fondos y Ares preparó el dispositivo capaz de (por el momento) registrar las ondas cerebrales. Lo instalaron dentro de un cubículo de madera para evitar las interferencias electromagnéticas del entorno. Las exploraciones del cerebro se llevarían a cabo con pacientes de enfermedades terminales, remitidos por el hospital Calixto García.

Ya en el primer intento falló el control de temperatura. Otros errores de diseño forzaron al abandono de aquel errático artefacto. En lo adelante, nadie pudo entrar al cubículo salvo por fisura del sistema de seguridad. Los fondos remanentes del proyecto se desviaron hacia otros sanos propósitos tecnocientíficos del IMRE, mientras que los problemas del "período especial" parecen haber ocupado tanto a Castro, que hasta hoy no ha pedido cuentas al doctor Ares.

Quizás por su ligazón con la mente y el cerebro, aquella empresa de Ares y Castro podría despertar ahora el interés de Mark Rasenik, pero es muy probable que para este eminente profesor de Fisiología y Biofísica no deba dársele taller a "un experimento que nunca ha resultado".

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