Según el más reciente Anuario Estadístico de Salud de Cuba, entre 2000 y 2001 disminuyó el número de cubanas entre los 20 y los 29 años que optaron por ser madres. Desde hace más de 20 años, en la Isla no se produce lo que los demógrafos llaman "la hembra de reemplazo". Según un artículo publicado recientemente en Juventud Rebelde (02/06/2004), "desde 1978 no se alcanza el promedio de dos hijos por mujer, indispensable para garantizar el relevo generacional a largo plazo". La proporción ideal de dos personas jóvenes por cada persona anciana se fue a bolina hace tiempo. En 1990, había 53 ancianos por cada 100 menores de 15 años; en 2002, la cifra de ancianos ascendía a 67 por cada 100 menores.

A pie de obra con el turismo: Escape de quienes no pueden 'venderse' en Internet.

Aquello de que los pueblos votan con los pies (el llamado a la deserción masiva que hiciera Lenin en Petrogrado, 1917, al ejército ruso para forzar la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial), en Cuba tiene sus variantes. En general, el cubano ha votado no con pies sino con alas. Alas de todo tipo: alas con hélices, alas con remos, alas con ruedas… alas con filo suicida de navaja. Las cubanas han votado con las alas-trompas de sus úteros. Entre el libre acceso a los anticonceptivos y la opción más o menos libre al aborto, las cubanas han practicado una verdadera consigna de género: "¡No pariremos!". Planteamiento sabio y responsable, si se tiene en cuenta la inestabilidad socio-económica que vive el país desde hace más de 40 años.

Aclaro: las vicisitudes no son engendro del "período especial" ni resultado exclusivo del mal llamado "bloqueo". En eso, casi todas las observadoras y analistas de la realidad cubana estamos de acuerdo. Bien lo dijo una cubana entrevistada por una antropóloga española en 1997: "¿Tú quieres saber del período especial? Chica, ¿pero a cuál período especial tú te refieres? ¿Al de los sesenta, al de los setenta, al de los ochenta, o al de ahora?".

La inestabilidad socio-económica se palpa en todos los renglones: la carestía de alimentos, la insuficiencia del abastecimiento oficial, la ausencia de vivienda y el deterioro de la que no se ha derrumbado todavía, la escasez de medicamentos y atención médica adecuada, las privaciones en los renglones más elementales en materia de ropa y calzado, el bajo nivel adquisitivo de sus vidas en pesos cubanos, el paupérrimo transporte, la inutilidad de una carrera como vía de progreso, la doble realidad que marcan el peso y el dólar.

Muchas cubanas entendieron hace tiempo que ellas eran —son— la última prioridad de un sistema que se desentiende de la subsistencia elemental del cubano 20 días del mes, pero que sí garantiza la anemia, la osteoporosis, y un paquete de "Íntimas" para siete de los doce meses del año.

Resolver la salida

No es de extrañarse, entonces, que las cubanas se abstengan de traer otra boca a la barbacoa. Llevan años contribuyendo al "cero crecimiento poblacional". El Anuario Estadístico de Cuba (2002) indica que entre las cubanas de 20 a 24 años, la tasa de gestación descendió de 96,5 en 2000 a 89,5 en 2001; entre las cubanas de 25 a 29 años, descendió de 89,2 en 2000 a 83,9 en 2001. Y tampoco es de extrañarse que, en masa, se lancen a resolver una salida: por mar, por lotería, por misión internacionalista, por ligue matrimonial. Este último tiene sus peculiaridades: o el novio es un cubano con posibilidades de emigrar, o bien ha de ser un pepe de cualquier rincón del universo dispuesto al compromiso nupcial.