www.cubaencuentro.com Miércoles, 02 de febrero de 2005

 
   
 
Maceo entre rejas
Más allá del juego de palabras: ¿Mientras más cercas se construyan más se acerca Cuba al final de la cerca?
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Hasta las cercas se caen en la Isla. Es un favor que nos prodiga la falta de eficiencia que caracteriza todo lo que (digamos) construye el régimen.

P. Maceo
Parque Maceo.

Hace poco cercaron el Parque Maceo. Sí, un parque cercado. Con cuadros de alambre macizo que sobrepasan la altura de un hombre de seis pies. Pero no hay que alarmarse demasiado, aun cuando se trata de una de las plazas de recreo emblemáticas de La Habana. Porque hasta puerta le pusieron. Una sola, es verdad, más flaca que un hombre gordo, pero una es más que nada.

Después de todo, deben ser mínimas las posibilidades de un incendio en los predios de este parque inmenso. Así es que a sus paseantes siempre les quedará tiempo de salir de uno en fondo sin que los quemen vivos. Y eso sin contar a los gordos, que no corren peligro, al no caber por la puerta de entrada.

Lo extraño, aunque no fuera más que por esto de un posible incendio, es que a los artífices de la idea no se les haya ocurrido prever al menos una puerta, otra, en la extensa zona del parque que da al Malecón.

Sucede así que a un parque diseñado para el contacto abierto y libre con el mar, le han cortado de pronto el acceso con una cerca (y sin puerta) que no se gasta menos de cien metros de largo. Pero no hay que alarmarse. El aire salado, que es lo único saludable que ofrece el Malecón por estos días, penetra de todas formas por entre los cuadros de alambre.

Además, si no nos basta con el aire, tampoco tenemos que desesperar. Pues ya quedó dicho: en La Habana no hay cerca que dure mucho, ni mano oculta que no la ayude a caer.

Es el caso de la cerca con que ahora intentan cercar a Maceo, como para estrecharle el campo, para congelarle el galope, arrinconándolo en su pedestal duro, solemne y frío.

Especialmente por el área que debiera acceder al Malecón, la cerca ha empezado a derrumbarse. Y eso que es nueva, de paquete.

Remedio salomónico

Hace muy poco tiempo, el Parque Maceo estaba cayéndose en pedazos, por el abandono, como todo. Entonces las autoridades dispusieron que fuera retocado, un poco por aquí y otro por allá, ya sabemos cómo. El asunto es que al parecer los pretendidos restauradores entienden que el deterioro fue culpa total de los usuarios. Así que el remedio para su conservación ha sido salomónico: ponérsela difícil a la gente. Puede que no resulte una medida elegante, pero su efectividad no hay quien la niegue. Al punto que hoy por hoy los visitantes, en las horas de mayor afluencia, se cuentan con una mano y sobran dedos.

Es que hay que tener ganas de sentirse acorralado, y en la peor variante, al aire libre, para entrar en aquella jaula. También hay que tener el corazón en medio del pecho para no amargarse al constatar que otra vez a Maceo le atraviesan delante una fatal cerca de alambre.

Bastante tuvo ya el Titán con aquella inoportuna cerca en el improvisado campamento de San Pedro. Y para mal de males era de las que no se caen solas. Hubo que tumbarla. Aunque no lo suficientemente a tiempo para evitar que con ella cayera el más brillante de nuestros generales.

Pero ahora resulta que lo cercan de nuevo. Claro, esta vez la cerca sí es de las que se caen solas. O casi. Con la ayuda del viento y, por lo que parece, también de alguna que otra mano oculta. Es lo que explica que siendo nueva de paquete, tenga ya varios tramos en franco derrumbe, justo en la zona de acceso al Malecón.

No es cuestión de celebrarlo en la víspera, habida cuenta la "cercomanía" que padecen las autoridades. Bien pudiera suceder que cuando caiga el alambre construyan una nueva cerca con barras de acero. Pero que no cunda el pánico. Sabemos de antemano que esa otra también se caerá. Y no es lo único, ni lo más esperanzador.

El conocimiento de la historia y la propia experiencia nos indican que mientras más nos cerquen, más nos acercamos al final de la cerca. Y allá quien lo tome como un simple juego de palabras. Porque es una verdad tan alta pero mucho más sólida que la cerca con que hoy han vuelto a cercar a Maceo.

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