Hay violaciones de los derechos humanos en Cuba de las que no se habla. Niños y niñas de cualquier edad participan en los actos políticos organizados por el Partido Comunista. Son oradores, activistas, en ocasiones divulgadores principales de los mensajes que el único partido político legalizado quiere trasmitir. No son simples asistentes a las ceremonias. Sus vocecitas infantiles públicamente arengan utilizando consignas repetidas hasta el cansancio en los medios de prensa cubanos.

Agresividad visual y verbal: entorno recurrente del paisaje cubano.

Con la ingenuidad característica de la niñez, imitan los discursos de Fidel Castro y de cualquier otro dirigente del país, que a su vez, por no tener cabida las ideas políticas originales, son repeticiones de lo dicho por el máximo líder. La extrema ideologización de la vida cotidiana en Cuba deja su huella en los ciudadanos del país, sin excluir a los niños.

Una niña o un niño aventajado en las artes de la declamación y de la memorización es un potencial orador a ser reclutado para las tribunas de cada sábado. Se les exhibe en los actos políticos especiales, aparecen en la prensa y la televisión. Manipulados por el gobierno cubano, han sido protagonistas de las manifestaciones en la llamada Tribuna Antiimperialista José Martí, frente a la Sección de Intereses de EE UU en La Habana (SINA), desde los días del episodio de Elián González.

En la Tribuna conocieron en detalle de la trágica muerte de la madre de Elián cuando intentaba llegar a la Florida, de las vicisitudes del niño para reunirse con su padre, de su indefensión. Los más "destacados" han sido instrumentos de la "batalla de ideas", lanzada por Fidel Castro con el objetivo de prolongar las movilizaciones constantes y sistemáticas convocadas durante la estancia de Elián en Estados Unidos, entre otros motivos.

Fue en la Tribuna donde recientemente niños cubanos hicieron dibujos y pintaron svásticas, junto a las dramáticas imágenes de los torturados de Abu Ghraib que, como pancartas, el gobierno del país levantó en respuesta al insólito adorno navideño de un número 75 lleno de luces, erigido por James Cason en los jardines de la SINA.

El vocabulario del odio

"No podemos quedarnos de brazos cruzados ante ninguna de las provocaciones enemigas", "declaró" un niño, según el diario Juventud Rebelde. En realidad no conocían sobre esos 75 prisioneros políticos, ni acerca de sus condiciones de cautiverio en las cárceles cubanas. Tampoco sus edades, de entre 7 y 10 años, les permitían darle o no la razón a Cason al recordar a los prisioneros con un lumínico. Pero las "declaraciones" de los niños salieron puntualmente en primera plana de la prensa controlada por el gobierno.

El vocabulario que utilizan en sus discursos o al ser entrevistados por la prensa oficial, dista mucho de aquel que la UNICEF desearía para la infancia en este mundo. Es reflejo del clima de intolerancia, violencia y confrontación que se vive en Cuba. Es el producto de un adoctrinamiento ideológico que comienza desde la cuna e incluye conceptos como "trinchera", "enemigo", "bastión", "agresión", "guerra", "escenario de lucha", "mafia cubana", "amenaza", "defensa". Se aspira a que la primera "misión" de los niños y jóvenes cubanos —se dijo en el congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas celebrado el pasado diciembre— sea "la de activos protagonistas en las tareas y misiones de la revolución".