www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
Parte 1/3
 
Carta a José Antonio Saco (I)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Itinerante partiota y socioeconomista bayamés José Antonio Saco y López-Cisneros:

José Antonio

Es verano, y he pensado mucho en usted. Puede razonar que no hay relación posible entre una cosa y la otra. Yo tampoco veo mucha lógica en mi pensamiento dile a fragancia, pero he aprendido a vivir así. La relación que puede existir entre un indio sioux y un cowboy es el peso que uno suelta en taquilla. Sin embargo —y sin bloqueo mental— he recorrido mentalmente Buey Arriba a través de la angosta memoria que de ello tengo vamos a ver. Y, por supuesto —que también se dice of course— tomé precauciones para no ser capturado por las fuerzas del orden, La Policía Montuna del Canadá Dry, que se me armaría un desorden. Mental sobre todo. Piense que, destoletándome si me sorprenden in fraganti con langosta, aunque sea de memoria, qué me harían si me atrapan con un buey arriba, no siendo yo vaca sagrada. Ya lo dijo el poeta: "Del bicho al hecho hay mucho techo". Y un buey será siempre una especie de mamífero algo prohibido aunque esté abajo, capado, y el guajiro le diga Mariposa.

Así, con buey encima y Buey Arriba, por el lomerío, levitando, y evitando que la jara, monada, pasma, me aviste, por no crearles derrames cerebrales si les provoco un pensamiento ("Pensamiento/ dile in fraganti que yo la quiero"), visité sus haciendas, haciéndome el del penthouse, y hete aquí mi sorpresa, voto a Dios, que en respirando el aire pulcro de La Angostura, Tínima y Las Peladas, incluso en el verde ubicuo, como volátiles esmeraldas —sé que mi lenguaje suena picúo, pero, todo por la poesía— vide tomeguines, que aquestos salvajes homínicos llaman también, en su lengua de tierra, colibríes, únicos pajarracos vivos a flor de suelo, que no valen un masticao, los muy puñeteros —para seguir esdrújulo, que se me da muy bien—. Ya lo dijo también el poeta: "Subir lomas aplana hombros". Y así, agotado por el sofocante calor, me quité el saco y lo saqué de mi chistera. ¿Vio cómo sí tenía relación el verano con su remembranza?

Claro que todo ese recorrido fue mental, para que nadie se atreviera a mentalme nada, a partir de una finísima y barbitúrica recreación prosaica de aquellas tierras, que le salvan y alaban —no sé si montado en brioso alabán cún chévere—. Y dice mi coro con el rumiante encima, es decir Buey Arriba: "En la segunda mitad del siglo XIX este territorio comienza a recibir alguna influencia revolucionaria o al menos la presencia de figuras notables en el movimiento de Liberación Nacional Cubana... Le confieso tieso que, quizá por ser verano, ya le estaba esperando en home, con la mascota lista, vestido de Libertador Nacional, con vizcaíno en bandolera, rostro fiero de cangaceiro, entre gaucho y cristero, y la carabina 30/30 sobre el hombro, que atravesaba canana de piel de cebú. Y en la solapa, un membrete que dice a las claras: revolucionario cubano. Lo veía venir, y el reseñista no me defraudó en mi erario casi púbico: "…dentro de los que se destacan el más rico hacendado de la parte oriental y el conocido patriota Francisco Vicente Aguilera…" (¿eran dos o uno solo? ¿Pancho Vicente era siamés consigo mismo?) "...el que poseía una hacienda en el lugar conocido por San Juan de Buena Vista…" (¿Social Club? Tal vez ya iba ascendiendo Ry Cooder) "...también había penetrado José Antonio Saco..." (¿a quién penetraba?) "…quien poseía 11 haciendas en la parte llana dentro de las que se destacan: La Angostura, La Curía, Tínima, Palmarito, Las Peladas, Babatuaba entre otras, propiedades que no mancharon sus conductas".

Más allá de que el cronista nos haya demostrado, con esa prosa de prú y macho en púa, que por allí pasaron las huestes invencibles de la Campaña de Alfabetisaturación, con sus faroles narras, queda usted penetrando el territorio, pero con 11 haciendas haciéndose el bobo hacendoso, aunque eso no le manchaba ni la conducta ni el saco. Saco yo esa conclusión saqueando bajito entre el marabú palabrero, porque ya le dije que es verano, y se me pone la piel de carnaval y el cerebro resuena como el bombo de los Dandys, "mamita me están llamando". Con esa regla de tres de no manchar su conducta libertadora aunque poseyera pantagruélico latifundio, todo se pone color hormiga. Mi mente pitagórica longaniza en enrevesados conteos de protección con dos sencillas variantes: a) Un latifundista dejaba de ser un hijodeputa si se entregaba a la causa independentista. b) Un luchador por la independencia nunca será un hijodeputa si luego se convierte en latifundista. Qué infundio el latifundio. Liborio en gerundio. Pero no perdamos tierra en el intento. Hacendémonos todos en la ducha final.

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