www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
Parte 1/4
 
Carta a Antonia la Milagrera de Los Cayos (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Altaguájira riega agua, curandérica, esperpéntica y mazórrica Antonia Izquierdo, Milagrera de Los Cayos y los que están por Cayer. Parte two:

Viñales
Mogotes y monigotes de Viñales, escenario de La Milagrera.

La veo a usted haciendo zing zag con la cabeza, gestos de espectador en un campeonato de ping pong: el niño, el río; el río, el niño; seca usted, aunque va pensando en lo mojado. Yo me río del niño. Esa criatura que ahora splach ras, splach ras, cojea un poco, porque tal vez el diagnóstico de la virgen no andaba muy certero —ya se sabe que la primera preocupación de una virgen es la virginidad— y los mogotes, el olor a caldero vacío, a hierro en desuso, y el aire pegajoso de las vegas de tabaco, la confundieran. Quizá el niño padecía de un efecto lombriz, y no un mal de ojo; una feliz poliomielitis o un gracioso tétanos, de esos que escarranchan, y no unas fiebres malayas, pues, me pregunto yo, ¿qué iban a hacer Sandokan y sus hombres en el pelado lomerío, falta de calcio y plantaciones de cohibidos cohibas bajo sus plantas?

Debo decir aquí, por exigencias de la Sociedad Geográfica Internacional, lo que, según mi atrofiada percepción personal, con menos visión que Steve Wonder en una noche de lluvia, son los mogotes. Los mogotes son tan altos como yo que estoy harto de mogotes. No llegan a figurar en la agenda de ningún buen alpinista de octavo nivel, y son, en cambio, un poquito más elevados que la lomita desde donde lanza un pítcher.

Están a medio camino entre el cake de cumpleaños y la tortica de Morón. Un tocinillo del cielo más bien, aunque no tiemblen tanto, pero tirando a tatianof. Si a alguna guerrilla se le ocurriera atrincherarse en ellos para iniciar una insurrección, no se les combatiría enviando un batallón militar sino a un buen par de siquiatras.

Los mogotes, aguada amiga son, en fin, como el barro que le sobró a Dios, el que le quedaba entre los divinos deos al terminar de hacer el mundo. Eso, según versión vaticana. Darwin diría que es un montículo de tierra con aspiraciones. Yo apunto y apuntalo que están esperando que los asciendan. O son montañas que algún gobierno anterior tronó, castigándolas a ese estado municipal.

Por otra parte, qué curioso que todos están reunidos allí, en torno al hermoso valle de Viñales. Eso me hace pensar que los citaron para algo importante que no se dio, y por el problema del transporte no han podido regresar a sus provincias. Quedan muy bien, porque así, cuando se viaja Pinar del Río adentro, va imaginando lo que le puede esperar más allá, que no sería lo mismo si se encontrara uno con un macizo bien macizo, una cadena montañosa que oculta el "lado de allá". Y he cumplido. Imagino que ya todos tendrán una idea bastante descentrada de lo que es un mogote. Los monigotes están abajo.

Esa era la situación histórica que la rodeaba a usted aquella madrugada incierta del 8 de enero de 1936, cuando un aparente milagro puso su campesino nombre en los cintillos de todos los diarios. Salvar a su hijo con agua fue un acto de desespero maternal. Contar que fue un mandato divino, y que lo hizo por orientación expresa de la Virgen, ya aderezaba mejor la noticia, aunque hay algo que no me explico. O muchos algos seguidos y enmarañados.

Si en realidad su familia, que es como decir sus siete hijos, usted misma y ese marido que tenía menos iniciativa que un paramecio con hemiplejia, comían realmente casi por prescripción facultativa, y a los muchachos no les salían los dientes por falta de uso ¿por qué, en vez de meterse en el terreno de Hipócrates, no le dio por repetir el truco de los panes y los peces?

Póngase a pensar, comercialmente, la clase de timbiriche que hubiera montado vendiendo pan con pescado, bacalao con pan, trucha sin truco, róbalo robado, pargo en perga con miel de purga. Hubiera matado dos pájaros de un tiro. Sé que resulta difícil subirle la parada a Jesús, que se llevó el secreto con él, pero habría sido más útil que ponerse a curar cualquier cosa mojando a la gente, aunque nadie discutirá que sí resultó usted una insoslayable referencia para el desarrollo del Plan Hidrológico Nacional, e inspiración preciosa para quienes inventaron más tarde el riego por aspersión y el microjet.

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