www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Europa no se calla
Desde Luxemburgo, la Unión Europea califica de 'inaceptables' los insultos de La Habana.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

En lo que se refiere a España, no se trata de que el Gobierno de Aznar sea de centro derecha. Mucho antes, durante el periodo del socialista Felipe González, también fueron frecuentes los "berrinches" de Castro contra Madrid.

Ante la actual situación, fue Felipe González quien definió magistralmente la actitud del gobernante antillano: "Fidel Castro está patético".

Castro ha prometido que la "marcha combatiente" y el anuncio de la ruptura del convenio que permitía que funcionase en La Habana un Centro Cultural bajo responsabilidad de la representación diplomática española, es sólo el "inicio" de una nueva campaña.

Resulta previsible que La Habana trate ahora de presionar a todos los empresarios europeos con inversiones en Cuba para que intervengan ante sus respectivos gobiernos e intenten atenuar los efectos de las medidas adoptadas por la UE.

Por lo pronto, el lenguaje de Castro contra los países miembros de la Unión Europea es una muestra de sus mejores improperios: "Están embriagados del narcisismo eurocentrista" o "Europa vota como una mafia en relación con Cuba" en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, fueron algunas de sus expresiones.

Entretanto, los ministros de Exteriores de la UE se preparan para revisar en el mes de julio la Posición Común relacionada con Cuba, adoptada en 1996, y que en términos generales vincula el futuro de su cooperación con el régimen a la apertura democrática.

Resulta altamente improbable que en la coyuntura actual se modifique esa Posición Común, porque los recientes juicios sumarios en Cuba contra 75 pacíficos disidentes condenados a 1475 años de cárcel representaron el verdadero detonante de esta crisis.

La Unión Europea se ha encargado de colocar en su justo lugar el conflicto cubano. No se trata de un contencioso entre Washington y La Habana, de esa lucha que Castro trata de dibujar entre David y Goliat. Se trata de un problema de principios, de una lucha contra un régimen que viola los más elementales derechos de sus ciudadanos. Un contencioso entre los defensores de la democracia y las libertades y los representantes del totalitarismo.

Lo único lamentable en todo este asunto es que todavía falten en el concierto las voces de los gobiernos latinoamericanos. Éstos deberían unirse a Europa para recordarle a Fidel Castro que años atrás, en la Cumbre Iberoamericana realizada en Santiago de Chile, se comprometió a respetar los principios de la democracia, la libertad de expresión y la separación de poderes.

El gobernante cubano todavía estima que puede mandar a callar a los gobiernos democráticos de la Unión Europea. Pero todo indica que sus gestos intimidatorios han perdido eficacia.

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