www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Nada que aprender
Un espejo en el que La Habana no quiere mirarse: Las reformas económicas en China y Vietnam.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa
 

Después de una tibia apertura, a mediados de la década de los años 90, todas las medidas actuales del Gobierno cubano han estado dirigidas contra el incipiente sector privado. Los trabajadores por cuenta propia, que llegaron a ser unos 200.000, hoy deben estar reducidos a la mitad y la tendencia es a un combate sin cuartel contra los que se han "enriquecido" con estas actividades.

Con el pretexto de que es un país muy extenso, con una gran población, y que eso hace imposible que se puedan trasplantar a Cuba las medidas adoptadas, nada se aprende de China.

Lo singular de todo este proceso es que tampoco nada se quiso aprender de la otrora República Socialista de Checoslovaquia. Todos los cubanos que por allí pasaron de tránsito, o vivieron en ese país, recuerdan que no faltaban productos agrícolas, ni sus derivados, como el queso y la mantequilla. La libreta de racionamiento era un triste recuerdo del pasado. ¿Razones? Las cooperativas agrícolas tenían un amplio margen para producir de acuerdo a las necesidades del mercado y, en algunos casos, el nivel de vida de muchos campesinos era superior al de los obreros de las ciudades. La cantidad de habitantes, y hasta el territorio, era muy similar al de Cuba.

El caso vietnamita

Pero tampoco sirve de ejemplo el caso vietnamita, a pesar de que el pasado 2 de junio el miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Balaguer, dijo que "la heroica lucha de los vietnamitas ha sido fuente de inspiración para los cubanos".

Tal parece como si la historia se hubiese detenido y sólo interesara recordar el enfrentamiento de Hanoi a los imperialistas norteamericanos.

Después de que los vietnamitas iniciaron el proceso de reformas económicas, Castro ha visitado ese país asiático en tres ocasiones.

El pasado 22 de febrero, el diario Granma publicó unas declaraciones del gobernante durante su última visita a la capital de Vietnam: "Estoy verdaderamente admirado, más que admirado, asombrado, de lo que el pueblo ha hecho bajo la dirección del Partido".

Desde 1986, ese Partido vietnamita que tanto halaga Fidel Castro inició la llamada política "Doi Moi" (renovación), que significó liberar las fuerzas productivas en los sectores agrícola e industrial, abrir las puertas a las inversiones y permitir que se establecieran las pequeñas y medianas empresas, de carácter privado.

En noviembre de 1993, el entonces presidente vietnamita, Le Duc An, dijo que había sido un error adoptar un sistema económico inspirado en el marxismo, basado en la planificación central, y que era necesario adoptar la economía de libre mercado.

Ya a fines de 1994, y gracias a la política de renovación, Vietnam se había convertido en el tercer exportador mundial de arroz, el cuarto productor de petróleo y café de Asia, y había acumulado más de 11.000 millones de dólares en inversiones extranjeras.

Pero como dice el refrán, "no hay peor ciego que aquel que no quiere ver". Todo indica que el régimen de La Habana dedica palabras retóricas para elogiar los logros de vietnamitas y chinos, pero en política interna opta por la batalla de ideas, las marchas combatientes y repartir insultos a granel. Sin que importen las consecuencias.

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