En los montes Cáucaso es donde finaliza Rusia y nace el continente asiático. El Cáucaso es un área de interminables conflictos en la que las minorías étnicas viven en regiones dominadas legalmente por otras nacionalidades. Las tres repúblicas del Cáucaso —Georgia, Armenia y Azerbaiyán— definitivamente son parte del Medio Oriente, al igual que las repúblicas de Asia Central (Kazajistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguizistán).

En estos países del Cáucaso aumenta el volumen de armas en manos privadas y se acrecienta el número de muertes por disputas étnicas, y también los choques violentos a lo largo del territorio: Osetia del Norte, Osetia del Sur, Abjazia del Norte, Abjazia del Sur y la secesión de Chechen-Ingush. Pese a lo incomprensible y complejo de este escenario, esta ‡rea tiene gran relevancia, ya que Anatolia, el Cáucaso, Asia Central y la India, son partes empalmadas de un mundo que corre de Los Balcanes a los desiertos interiores de China.

El término "turco" proviene del chino tu-kiu y clasifica a un conjunto de pueblos que moran en la zona que se extiende desde Mongolia al Mar Negro. Los rusos inventaron el término "tártaro" para calificar a los mongoles y a sus primos de los Urales y las regiones del Altai, quienes fueron responsables de "orientalizar" Rusia. Desde los días de Iván el Terrible, en el siglo XVI, Rusia ha clamado venganza contra estos "tártaros", algo que Stalin también emprendió al violentar la unidad de los turcos de Asia Central con la imposición del alfabeto cirílico.

El fin de la dominación rusa en Asia Central implica la reunificación eventual de aquello que se conocía como Turquestán —el mundo turco—, algo en lo que labora la actual política turca. La guerra que los rusos desataron contra los chechenios a partir de 1995 es un ejemplo del rencor ruso contra los "tártaros".

La influencia de Rusia

El siglo XIX estuvo lleno de la guerra fría entre Rusia, Irán y Gran Bretaña por el control de Asia Central. Durante la guerra ruso-turca de 1877-1878, los zares conquistaron la mayor parte de Asia Central hasta Afganistán, como una zona tapón entre la expansión rusa y el imperio británico de la India. Arrebatada del mundo islámico por la Rusia zarista y celosamente escondida bajo la ex Unión Soviética, la parte norte del Medio Oriente también desarrollaría una dinámica mucho más intensa con el sur que con el norte eslavo.

El debilitamiento del régimen zarista a inicios del siglo XX precipitó de inmediato un conflicto étnico entre los georgianos, los armenios y los turcos azeríes. Exactamente lo que ocurriría a fines del siglo con el colapso de la Unión Soviética. En 1918, una debilitada y derrotada Rusia creó tres nuevos Estados construidos en viejas identidades étnicas en el Transcáucaso: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Pero estas fueron destruidas en la década de los años veinte, cuando Rusia se reconfirmó nuevamente bajo el régimen de los Soviet.

Si bien la revolución de 1917 sacudió en sus cimientos la organización del Estado central zarista, esta no tuvo significación alguna para la periferia colonial no eslava, especialmente en las comarcas islamizadas de Asia Central. Dichas comarcas sufrieron nuevamente intensas levas para formar el inicial Ejército Rojo bolchevique, desarrollar las campañas que dieron al traste con las tropas monárquicas de "rusos blancos", e imponer la federación de la nueva organización soviética.

Este esquema no sólo fue repetido por los bolcheviques, sino que durante Stalin se vigorizó. Al punto que fueron los ejércitos de las colonias rusas de Oriente los que enfrentaron exitosamente a las panzer de Adolfo Hitler. En el ejército soviético, los conscriptos de las etnias no rusas representaban más del 50 por ciento de sus fuerzas. Siempre recelosos de la lealtad de estas nacionalidades, las divisiones de Asia Central eran desmovilizadas tras el fin de cada conflicto bélico.