www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 3/4
 
Dominios y rivalidades
Una historia de las transiciones: Turquía e Irán están enfrascados en una competencia por dominar el puente petrolero de Asia Central hacia Europa y Estados Unidos.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Rivalidad por el Cáucaso

Los católicos croatas, los ortodoxos serbios y los griegos en Chipre (lo occidental) se enfrentan a los musulmanes de los Balcanes (lo oriental), y por ende, a Turquía. Por eso Estambul convenció a la OTAN para que intercediera en favor de los musulmanes de Bosnia, y sus negociantes han invadido nuevamente los Balcanes. Hasta que Turquía no acepte a los armenios y kurdos, no será factible conformar un Estado más flexible.

Una historia de las transiciones
Los orígenes del cambio
JFB, Miami
El ajedrez atómico
El testamento del comunismo
El reciclaje de los comunistas
Los caminos de la democracia
Del totalitarismo a la sociedad civil
La destrucción creativa
Las recetas económicas
Economía de mercado, inflación y renta
Las sendas de la privatización
Familia de naciones
¿Valores de sangre?
El Estado democrático
Caída y lastre de un imperio
La Europa Central
Las repúblicas del Báltico
El dilema balcánico
El proceso de democratización
Los Balcanes orientales

Si bien los árabes sirios, los griegos y los armenios fueron sus víctimas tradicionales, los judíos, los hachemitas y los azeríes (de Azerbaiyán) siempre estuvieron ligados a sus esferas de poder. De ahí las excelentes relaciones con la familia real jordana y con Azerbaiyán. Un escenario que amenaza con transformarse en pesadilla es la coalición entre Turquía, Israel, Jordania y Azerbaiyán, en contraposición a Siria, Grecia y Armenia.

Turquía alimenta una estrategia a largo plazo en Azerbaiyán, donde se ha sumergido en la economía y entrena al ejército. Allí ha participado en la construcción de un oleoducto de mil millas desde Bakú al puerto mediterráneo de Ceiján, proyecto endosado en 1999 por el presidente norteamericano Bill Clinton. El Caspio puede producir cuatro millones de barriles diarios de petróleo de alta calidad, el doble de Kuwait.

La geografía que confirió a Turquía ser la "Puerta Sublime" hacia Asia, puede asignarle el mismo papel en este siglo XXI en esta parte del planeta que comprende Oriente Medio y Asia Central. Turquía es la base industrial más fuerte entre Europa y Asia. Agraciada con abundantes recursos naturales y mano de obra, tiene una posición geográfica excelente, en un eje que tiene en sus extremos la cuenca mediterránea y el lejano Oriente. Ahora que el imperio soviético se esfumó, el Mar Negro (la Colquis de Medea) puede trocarse en su traspaís.

La rivalidad por el Cáucaso —con reservas de petróleo superiores a las de Irak e Irán combinadas— promete desatarse entre Turquía y Rusia. El Occidente cristiano de nuevo reconoce en Estambul su pared de contención frente a la flamante y agresiva autocracia ortodoxa rusa. Del mismo modo, los Estados de Oriente Medio susceptibles de estallar en pedazos étnicos son precisamente los colindantes con Turquía: Siria, Irak, Armenia, Georgia y Azerbaiyán.

La orden turca de los sufíes es la corriente islámica más liberal, que admite el baile, el vino y a las mujeres en su organización. Los miembros no seculares de la élite política turca —estilo Turgut Ozal— pueden encarrilar al Islam de Asia Central hacia una visión más tolerante, a diferencia de Oriente Medio. Es exagerado decir que un moderno imperio bizantino-otomano está naciendo en el Bósforo, pero no puede omitirse la realidad de que Turquía pueda proyectar su poderosa silueta en el Medio Oriente y Asia Central, lo que alterará la ecuación política de toda esa enmarañada geografía.

El Irán del futuro

Irán, por su parte, se expande a medida que su gobierno central se debilita, y ya no es un país persa ante la renovación de las infiltraciones históricas turcas a sus planicies. Los iraníes de origen persa hoy sólo conforman la mitad de la población, mientras que los turcos azeríes son un cuarto de ella, y el resto proviene de otros sectores turcos, como los turcomanos en el nordeste y los kashkais en Shiraz y el Golfo Pérsico. El imperio que estaba al norte (el Asia Central Soviética) colapsó en regencias gobernadas por mafias.

El Estado vecino del este (Afganistán) se desintegró primero en emiratos de traficantes de drogas y señores de la guerra, para luego reconstituirse tras la expulsión de la teocracia del Talibán. En su lado occidental se halla Irak, una entelequia artificial del colonialismo europeo. Y al norte (Turquía) tiene lugar una lucha violenta de turcos y kurdos por el futuro de la meseta de Anatolia. Esto hace que la suerte de los turcos de Azerbaiyán, en su actual lucha contra los armenios, así como la emergencia de nuevos Estados turcos en la vecina ex Asia Central soviética, tengan influencia directa para el futuro político de Irán, mucho más que sus querellas con Occidente, o con el mundo árabe-islámico.

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