www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
   
 
A golpe de guaracha
El cantautor Frank Delgado presentó en España su último disco, 'El adivino'.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

Desde su aparición en los escenarios capitalinos, allá por los felices ochenta, Delgado se ha beneficiado de la fuerte tradición trovadoresca que nutre históricamente la música cubana. Cultivando una vertiente mucho más narrativa que poética, ha bebido sistemáticamente en la cotidianeidad del habanero común para componer una obra que,
El adivino
si bien no destaca por su cantidad (El adivino es su cuarto disco), resulta representativa del quehacer musical de la Isla desde hace unas tres décadas. Su trova puede definirse como una crónica social: una crónica urbana con un contenido socialmente interesante, integrada por vivencias de diversos matices, recreadas en sus canciones con un tono testimonial.

La mayor parte de sus temas se sustentan en una base rítmica tradicional —la guaracha—, de lo que resulta una peculiar mezcla de canción-crónica con ritmo alegre y guapachoso. En muchas de sus canciones y en las opiniones que ha vertido en diversas entrevistas, Delgado expresa las profundas contradicciones que se derivan del tránsito del socialismo al capitalismo de Estado en Cuba, en el sentido de crear personalidades ambivalentes, repartidas entre dos edades de la historia. Sujetos que, como ha expresado el historiador cubano Rafael Rojas, desprecian a Miami pero claman por sus remesas —escúchese Vivir en casa de los padres.

Acaso Frank Delgado, junto a toda una generación de jóvenes cubanos con inquietudes artísticas y que fue favorecida por los programas sociales del Gobierno en los ochenta, reclamaba nuevos derechos —libertades públicas, trabajo remunerado, mercado de productos básicos, calidad de vida, comunicación intelectual con el mundo—, los cuales no hacían más que reflejar las expectativas de una juventud altamente instruida y calificada. Pues bien, como expresa el trovador en canciones como Inmigrante a media jornada, los post-comunistas cubanos se han visto obligados a conquistar esos derechos por diferentes vías: desde emigrar en una balsa a enrolarse en una empresa mixta; abrir una paladar o asumir un cargo público; meterse a "cuentapropista" o tirar de un colega en el exterior que les facilite una gira artística al año, la publicación de un libro o el acceso a una beca que le permita salir del país.

En cuanto al empaque musical con el que despliega sus temas, Delgado no se distingue precisamente por su virtuosismo, ni en su manera de ejecutar la guitarra ni en su estilo de cantar. Sin embargo, en sus textos refleja problemas como la falta de fluido eléctrico, el mundo de las jineteras, las colas, las guaguas y los "camellos", el peso y los "fulas", o sea, la situación de la población urbana y rural que ha sufrido con mayor rigor los costes sociales del post-comunismo. Candentes problemáticas como los apagones —Cuando se vaya la luz mi negra—, así como el fenómeno del jineterismo, que aparece en Embajadora del sexo, han nutrido la obra de este cantautor itinerante.

En éste, su último disco, Delgado presenta una serie de canciones que transitan del comentario político-social a la reflexión de aliento intimista. Temas como Azúcar a granel, sobre el amor y la necesidad de expresar esos sentimientos, u otros como Emigrante a media jornada y Vivir en casa de los padres, son títulos con una cierta carga de sarcasmo e ironía, pues de manera tangencial tocan algunos de los más graves problemas sociales, como es el de la carencia de vivienda. A ellos se suman Viaje a Varadero y Matamoros no vira para atrás, en los que Delgado cuenta determinados fenómenos que ocurren en Cuba, como el apartheid turístico y la inmigración masiva de la población de las regiones del este del país hacia la capital. Son piezas en las que, a golpe de guaracha (estilo que nos hace recordar a Ñico Saquito y a su más reciente y talentoso cultor, Pedro Luis Ferrer) se abordan de forma humorística y con mucha sutileza —¿acaso para superar la censura?— temáticas como la emigración, las carencias cotidianas, las frustraciones y la resignación permanente que embarga a la mayoría de la población.

El adivino es un disco que, a pesar de los magros recursos que se desplegaron para su producción, sigue representando fielmente la manera de hacer trova y son de Frank Delgado. Se escucha con agrado de principio a fin, sobre todo los temas ya mencionados y, en particular, Si me pides un bolero.

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