www.cubaencuentro.com Lunes, 22 de septiembre de 2003

 
Parte 3/3
 
Cien años de un maestro
El mundo literario celebra hoy el natalicio de Lino Novás Calvo, uno de los grandes cuentistas de la lengua española.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami
 

Pero fue sin dudas en el cuento donde la obra de Novás Calvo logró sus máximas cotas de calidad. Hay unanimidad entre críticos e investigadores en considerarla como el momento más alto que ha alcanzado el género entre nosotros. Sus valores y aciertos, sin embargo, no se reducen al ámbito cubano, y como ha señalado Guillermo Cabrera Infante, "cuando un día se escriba la historia definitiva del cuento en América se verá que Lino Novás Calvo está entre sus maestros: Horacio Quiroga, Borges, Felisberto Hernández, Juan Rulfo, Virgilio Piñera, Adolfo Bioy Casares, para citarlos en orden cronológico". Y agrega: "Novás Calvo es el único escritor cubano que reconozco como un antecedente literario: después de leer su cuento Angusola y los cuchillos, mi idea de una literatura cubana cambió radicalmente, es decir, desde las raíces de la narración. Aquella noche salieron los muertos, La noche de Ramón Yendía, La visión de Tamaría (y observen, por favor, la felicidad de esos nombres propios: Amiana, Yendía, Angusola, Tamaría) son otras tantas obras maestras y anotarlas todas sería hacer listas".

Con Novás Calvo, el realismo amplía sus horizontes, gana en libertad formal y profundidad y se enriquece con matices hasta entonces inéditos en nuestra prosa de ficción. Lector de los narradores norteamericanos modernos, traductor él mismo de algunos de ellos, se nutre de la nueva escritura realista que cultivaron Hemingway, Faulkner, Dreiser, Dos Passos. Asimila sus procedimientos técnicos para abordar personajes y ambientes inequívocamente cubanos, que recrea sin falsos pintoresquismos ni afán testimonial. Bucea así en la vida cotidiana en las zonas rurales, los cayos y los solares habaneros. Estos últimos son presentados por Novás Calvo como un microcosmos que, por su carácter integrador, ilustra nuestra identidad, ese caldero donde se han fundido diferentes razas y culturas.

En narraciones como La luna de los ñáñigos (rebautizada después como En las afueras) y Cayo Canas, se acercó al trasfondo mítico de las religiones afrocubanas, pero no cayó en el inventario de orishas ni en la sobrecarga folclórica. Le interesaba más indagar en los efectos sicológicos que producen. En ese aspecto, y como ha señalado Ambrosio Fornet, al descubrir el subsuelo mítico y misterioso de la cosmogonía de los santeros y los ñáñigos, y al elaborar un estilo que la expresase en términos modernos, Novás Calvo le dio a lo cubano una fuerza trágica y artística que lo universalizaba.

Otro de los aciertos de Novás Calvo es su tratamiento del lenguaje coloquial cubano. Del mismo modo que no copia la realidad, sino que la recrea hasta transformarla en otra distinta y sugestiva, no transcribe taquigráficamente el habla popular, sino que aprehende sus valores poéticos, su ritmo, su sintaxis quebrada y constante: "Muchachos, no lo toquen. Les digo que no lo toquen porque algo ha de pasar si lo tocan. Él es como su padre. No lo toquen, háganme caso. Yo conozco a su padre, y sé que éste es el padre mismo vuelto a hacer. Háblenle, pero un dedo encima no le pongan".

Está también la inolvidable galería de personajes a los que Novás Calvo dio vida en sus narraciones: chóferes, negros, carboneros, chinos, costureras, emigrantes españoles, campesinos, contrabandistas, que concibió a partir de modelos reales conocidos por él, cuando desempeñó los oficios más humildes y terribles a los que obliga la sobrevivencia. En sus mejores cuentos, esos personajes se ven enfrentados a situaciones-límites que ponen a prueba su capacidad de respuesta, y que a menudo conducen a desenlaces trágicos.

El más conocido de todos es el taxista de La noche de Ramón Yendía —uno de sus textos antológicos—, a quien su miedo y su sentimiento de culpabilidad llevan a la autodestrucción. No menos memorables, sin embargo, son los protagonistas de Cayo Canas, Un dedo encima, La luna nona, Hombre malo, Ojos de Oro y Un "bum", en los que la angustia del ser humano y el carácter absurdo de la vida adquieren una profunda proyección existencial.

Caracteres e historias aparecen ensamblados en un tejido narrativo trenzado con primor y habilidad, lo cual evidencia un admirable dominio técnico al que resulta difícil verle las costuras. Hay, en primer lugar, un uso muy inteligente de la elipsis: buena parte de la eficacia de sus textos descansa más en lo que oculta, que en lo que dice. Novás Calvo presenta las situaciones sin exponerlas explícitamente, y prefiere suministrar al lector detalles que ayudan a revelarlas.

Asimismo, las descripciones de los ambientes están hechas con unas pocas pinceladas, y nunca son decorativas ni accesorias. Más que describir, el escritor sugiere. Su concepción amplia y libre del realismo lo lleva, además, a incorporar el monólogo interior, los enfoques cinematográficos, el flujo de la conciencia, los saltos temporales, el plano onírico y del subconsciente y una estructura fragmentaria que nunca entorpece la lectura.

Todo ello justifica por qué José Antonio Portuondo no dudó en expresar que Novás Calvo es "el primero entre los cuentistas de lengua española", y —entre los cubanos— "el de mayor sabiduría formal, el más preocupado por lograr una técnica que ajuste el viejo molde a las nuevas necesidades expresivas".

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